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TEST BORRADO, QUIZÁS LE INTERESEExamen Metodologia de la Lectura

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Título del test:
Examen Metodologia de la Lectura

Descripción:
Numero Uno

Autor:
AVATAR

Fecha de Creación:
03/11/2016

Categoría:
Arte

Número preguntas: 67
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Temario:
1. Es un hecho o una serie de hechos independientes de la obra, pero que le inspiran al autor el argumento: Tema Asunto Argumento Trama.
2. Es la manera de enlazar los acontecimientos; es el por qué de lo que ocurre: Trama Asunto Argumento Tema.
3. Son quienes realizan las acciones importantes en una obra: Protagonistas Personajes Principales Personajes Secundarios Antagonistas.
4. Su actuación no es independiente y sirve para caracterizar mejor al personaje principal: Antagonistas Principales Secundarios Protagonistas.
5. Son los que ayudan a caracterizar el medio ambiente en que actúan los otros: Principales Secundarios Ambientales Protagonistas.
6. Presentan rasgos personales y singulares como una persona viva y real: Tipo Caracter Individuo Antagonista.
7. Es un personaje que ya no necesita ser descrito ni caracterizado pues actúa siempre igual, casi mecánicamente: Tipo Caracter Individuo Antagonista.
8. Representa a un grupo, a una conducta humana que se da en todas las épocas: Tipo Caracter Individuo Antagonista.
9. Es la secuencia de hechos que se van conectando entre sí Climax Nudo Accion Exposicion.
10. Es donde se da a conocer la situación: Climax Nudo Accion Exposicion.
11. Es donde las cosas se complican Climax Nudo Accion Exposicion.
12. Por fin el conflicto se resuelve Climax Nudo Accion Exposicion Desenlace.
13. Es el momento de tensión máxima Climax Nudo Accion Exposicion.
14. Es el lugar donde se desarrolla la acción de la obra literaria: Ambiente Tiempo Espacio Atemporalidad.
15. Son las circunstancias que rodean a los personajes, puede ser físico cuando está determinado por los objetos; o puede ser moral por el comportamiento de ideas de los personajes: Ambiente Tiempo Espacio Atemporalidad.
16. Es la duración de la existencia de las cosas; puede ser objetivo o cronológico, pero también subjetivo o psicológico: Ambiente Tiempo Espacio Atemporalidad.
17. Es la duración que abarca la narración desde que se inician los acontecimientos hasta que la acción termina con el desenlace: Juegos Temporales Atemporalidad Juegos Significativos Objetivo o Cronologico.
18. Es la forma en que nuestra conciencia interior registra la duración de las cosas: Juegos Temporales Atemporalidad Juegos Significativos Subjetivo o Psicologico.
19. Es cuando el tiempo no sigue una secuencia cronológica, sino que se representa en pasado y futuro: Juegos Temporales Atemporalidad Juegos Significativos Objetivo o Cronologico.
20. Es cuando no existen datos precisos para conocer cuando tienen lugar los hechos: Juegos Temporales Atemporalidad Juegos Significativos Objetivo o Cronologico.
21. Consiste en presentar ciertas palabras en diversas situaciones o en establecer relaciones por su sonido o significado: Juegos de Significados Atemporalidad Objetivo Juegos Temporales.
22. Son aquellas ideas que se refieren al comportamiento del hombre y su sentido del bien y del mal: Eticas Religiosas Artisticas Cientificas.
23. Ideas donde se reflexiona sobre el hombre como ser en el mundo, su trascendencia y su valor: Filosoficas Artisticas Eticas Cientificas.
24. Ideas que se refieren a las relaciones del hombre con la divinidad: Politicas Religiosas Eticas Sociales.
25. Son aquellas ideas que se refieren a las relaciones del hombre: Politicas Religiosas Eticas Sociales.
26. Ideas por las que se conocen las teorías, hipótesis, experimentos, observaciones y avances de la ciencia: Politicas Religiosas Eticas Cientificas.
27. Ideas que se refieren a la obra de arte, su creación y contemplación: Tragedia Drama Comedia Epica Artisticas.
28. En estas obras el problema es provocado por equívocos o juegos de palabras, y las acciones son cómicas, resolviendo el problema felizmente: Tragedia Drama Comedia Epica.
29. Obras donde los personajes son enfrentados a un problema para el cual el hombre no encuentra solución, pues es un conflicto provocado por el destino inevitable, o por la pasión desenfrenada, al no solucionarse el conflicto los personajes son conducidos a la destrucción física o moral: Tragedia Drama Comedia Epica.
30. Obras donde los personajes son enfrentados a un problema que afectará el curso de sus vidas; pero se tiene la capacidad de elección y el desenlace puede ser desgraciado o feliz de acuerdo a la decisión tomada: Tragedia Drama Comedia Epica.
31. Se refiere al uso, abundancia o escasez de adjetivos: Imagenes Metafora Comparaciones Adjetivacion.
32. Presenta la relación entre dos objetos diferentes, pero que tiene un rasgo en común: Imagenes Metafora Comparaciones Adjetivacion.
33. Es una comparación, confrontación de dos cosas sin ningún sentido común (visible): Imagenes Metafora Comparaciones Adjetivacion.
34. Son cuadros mentales con detalles sensoriales concretos y emotivos: Cuentos Novelas Metafora Imagenes.
35. Empleo de palabras con diferente sentido del que usualmente tienen: Calo Lengua Romance Tropo Lenguaje.
36. Lee atentamente: “La acción del relato se desarrollo en la época de la edad media”. ¿Qué elemento de la obra se señala? Estructura Interna Relacion Espacial Tema Principal Relacion Temporal.
37. Diga un elemento que se estudia en el análisis externo de una obra literaria: Trama Estilo Jerarquizacion de ideas Tratamiento de los Personajes.
Lee atentamente: ¿Por qué tus ojos traidores con los míos se fundieron? ¿por qué tus manos tejieron sobre mi cabeza flores? 38. ¿Cuál es el esquema de la rima del fragmento anterior? AABB BAAB ABBA BBAA.
39. ¿Cuál es el ritmo del segundo verso? 1ª, 4ª, 8ª. 3ª, 5ª, 7ª. 1ª, 3ª, 7ª. 2ª, 4ª, 7ª.
40. ¿Cuántas sílabas poéticas contiene el último verso? 7 6 9 8.
41. ¿En qué sílabas se encuentra el acento rítmico del tercer verso? 2ª, 4ª, 7ª. 3ª, 5ª, 7ª 3ª, 4ª, 5ª. 2ª, 3ª, 5ª.
42. Es un diptongo forzado donde no existe, haciendo de dos sílabas una, por ejemplo: Hé – roe: Hiato Sineresis Dieresis Sinalefa.
43. Se pronuncian en una sola emisión de voz las vocales finales de una palabra y las iniciales de otra, por ejemplo: be – llaau - ro - ra Hiato Sineresis Dieresis Sinalefa.
44. Es la separación de vocales finales e iniciales de la palabra, por ejemplo: A – sia – a – un – la – do, al o – tro – eu – ro – pa. Hiato Sineresis Dieresis Sinalefa.
45. Se deshace un diptongo haciendo de una sílaba dos, por ejemplo: su – a – ve. Hiato Sineresis Dieresis Sinalefa.
46. Cuadro mental estimulado mediante detalles sensoriales: Novela Imagen Cuento Comparacion o Simil.
47. Consiste en relacionar dos cosas esencialmente distintas, pero que tienen un rasgo común: Imagen Dieresis Comparacion Hiato.
EL PLANETA VENUS En relación a su proximidad al sol, Venus es el segundo de los nueve planetas que integran el sistema solar, se encuentra a una distancia media del sol equivalente a 108 millones de km., es decir, 7/10 de la distancia entre aquél y la Tierra. Por su tamaño es algo menor que nuestro planeta y, después del sol y la luna, el astro que brilla con más intensidad en el firmamento. Esto se debe, en parte, a su proximidad al sol, lo que hace que Venus reciba una cantidad muy grande de sus rayos, y también a que es uno de los astros más próximos a nuestro planeta. Cuando está a la menor distancia de la Tierra, Venus se encuentra solo a 40 millones de km., es decir, más cerca de nosotros que cualquier otro astro, exceptuando la luna, sin embargo, en esa época es cuando resulta más difícil ver ese planeta, ya que se encuentra justamente entre nosotros y el sol, pocas semanas antes o después de que esto ocurra, su luminosidad es tan intensa, que puede ser observado directamente a la luz del día, siempre se le divisa hacia el oeste, después de la puesta del sol, o hacia el este, antes del amanecer, conforme van pasando los meses, Venus parece desplazarse hacia delante y hacia atrás de un lado a otro del disco solar. El ciclo completo, o periodo sinódico, tarda cerca de 20 meses en producirse. En ciertas ocasiones, muy poco frecuentes, Venus pasa directamente por encima del sol, viéndosele entonces con un telescopio, como un punto negro que cruza el disco solar. Observando con telescopio de reducido aumento, el planeta Venus tiene un aspecto muy parecido al de la luna, con las correspondientes fases en los distintos puntos de su órbita, que descubrió Galileo Galilei. Venus consta de una espesa capa de nubes que envuelve el planeta y nunca puede verse su superficie. La primera persona que vio Venus dijo: “no se ve nada, pero quizá existan pantanos y si hay pantanos, existen dinosaurios, por lo tanto, Venus es un planeta con petróleo”. Mas tarde se comprobó que la temperatura de tales nubes era de 300°C. en el año de 1971, gracias al instrumento científico depositado en Venus, se obtuvo por primera vez información relativa a su atmósfera en superficie: Muy elevado calor (475°C), gran densidad (60 veces mas que la Tierra); alta presión (90 veces mayor que nuestro planeta); fuerte saturación de dióxido de carbono (95%), de ozono (4%) y menos de 0.5% de oxígeno. En tales condiciones queda descartada toda hipótesis de que pueda existir allí vida semejante a la de la Tierra. 48. ¿Cuál de las siguientes opciones contiene una cita textual? Venus es el segundo de los nueve planetas que integran el sistema solar. En ciertas ocasiones muy poco frecuentes Venus pasa directamente por encima del sol. “No se ve nada, pero quizá existan pantanos y si hay pantanos existen dinosaurios, por lo tanto, Venus es un planeta con petróleo” El planeta Venus tiene un aspecto muy parecido al de la luna, con las correspondientes fases en los distintos puntos de su órbita, que descubrió Galileo Galilei.
Las siguientes preguntas de la 48 a la 51 se contestan con el siguiente texto: EL PLANETA VENUS En relación a su proximidad al sol, Venus es el segundo de los nueve planetas que integran el sistema solar, se encuentra a una distancia media del sol equivalente a 108 millones de km., es decir, 7/10 de la distancia entre aquél y la Tierra. Por su tamaño es algo menor que nuestro planeta y, después del sol y la luna, el astro que brilla con más intensidad en el firmamento. Esto se debe, en parte, a su proximidad al sol, lo que hace que Venus reciba una cantidad muy grande de sus rayos, y también a que es uno de los astros más próximos a nuestro planeta. Cuando está a la menor distancia de la Tierra, Venus se encuentra solo a 40 millones de km., es decir, más cerca de nosotros que cualquier otro astro, exceptuando la luna, sin embargo, en esa época es cuando resulta más difícil ver ese planeta, ya que se encuentra justamente entre nosotros y el sol, pocas semanas antes o después de que esto ocurra, su luminosidad es tan intensa, que puede ser observado directamente a la luz del día, siempre se le divisa hacia el oeste, después de la puesta del sol, o hacia el este, antes del amanecer, conforme van pasando los meses, Venus parece desplazarse hacia delante y hacia atrás de un lado a otro del disco solar. El ciclo completo, o periodo sinódico, tarda cerca de 20 meses en producirse. En ciertas ocasiones, muy poco frecuentes, Venus pasa directamente por encima del sol, viéndosele entonces con un telescopio, como un punto negro que cruza el disco solar. Observando con telescopio de reducido aumento, el planeta Venus tiene un aspecto muy parecido al de la luna, con las correspondientes fases en los distintos puntos de su órbita, que descubrió Galileo Galilei. Venus consta de una espesa capa de nubes que envuelve el planeta y nunca puede verse su superficie. La primera persona que vio Venus dijo: “no se ve nada, pero quizá existan pantanos y si hay pantanos, existen dinosaurios, por lo tanto, Venus es un planeta con petróleo”. Mas tarde se comprobó que la temperatura de tales nubes era de 300°C. en el año de 1971, gracias al instrumento científico depositado en Venus, se obtuvo por primera vez información relativa a su atmósfera en superficie: Muy elevado calor (475°C), gran densidad (60 veces mas que la Tierra); alta presión (90 veces mayor que nuestro planeta); fuerte saturación de dióxido de carbono (95%), de ozono (4%) y menos de 0.5% de oxígeno. En tales condiciones queda descartada toda hipótesis de que pueda existir allí vida semejante a la de la Tierra. 49. ¿Qué tipo de obra es el texto anterior? Imaginativa Literaria De Divulgacion De ficcion.
Las siguientes preguntas de la 48 a la 51 se contestan con el siguiente texto: EL PLANETA VENUS En relación a su proximidad al sol, Venus es el segundo de los nueve planetas que integran el sistema solar, se encuentra a una distancia media del sol equivalente a 108 millones de km., es decir, 7/10 de la distancia entre aquél y la Tierra. Por su tamaño es algo menor que nuestro planeta y, después del sol y la luna, el astro que brilla con más intensidad en el firmamento. Esto se debe, en parte, a su proximidad al sol, lo que hace que Venus reciba una cantidad muy grande de sus rayos, y también a que es uno de los astros más próximos a nuestro planeta. Cuando está a la menor distancia de la Tierra, Venus se encuentra solo a 40 millones de km., es decir, más cerca de nosotros que cualquier otro astro, exceptuando la luna, sin embargo, en esa época es cuando resulta más difícil ver ese planeta, ya que se encuentra justamente entre nosotros y el sol, pocas semanas antes o después de que esto ocurra, su luminosidad es tan intensa, que puede ser observado directamente a la luz del día, siempre se le divisa hacia el oeste, después de la puesta del sol, o hacia el este, antes del amanecer, conforme van pasando los meses, Venus parece desplazarse hacia delante y hacia atrás de un lado a otro del disco solar. El ciclo completo, o periodo sinódico, tarda cerca de 20 meses en producirse. En ciertas ocasiones, muy poco frecuentes, Venus pasa directamente por encima del sol, viéndosele entonces con un telescopio, como un punto negro que cruza el disco solar. Observando con telescopio de reducido aumento, el planeta Venus tiene un aspecto muy parecido al de la luna, con las correspondientes fases en los distintos puntos de su órbita, que descubrió Galileo Galilei. Venus consta de una espesa capa de nubes que envuelve el planeta y nunca puede verse su superficie. La primera persona que vio Venus dijo: “no se ve nada, pero quizá existan pantanos y si hay pantanos, existen dinosaurios, por lo tanto, Venus es un planeta con petróleo”. Mas tarde se comprobó que la temperatura de tales nubes era de 300°C. en el año de 1971, gracias al instrumento científico depositado en Venus, se obtuvo por primera vez información relativa a su atmósfera en superficie: Muy elevado calor (475°C), gran densidad (60 veces mas que la Tierra); alta presión (90 veces mayor que nuestro planeta); fuerte saturación de dióxido de carbono (95%), de ozono (4%) y menos de 0.5% de oxígeno. En tales condiciones queda descartada toda hipótesis de que pueda existir allí vida semejante a la de la Tierra. 50. ¿Qué tipo de ideas predominan en el texto anterior? Filosoficas Moralistas Sociales Cientificas.
Las siguientes preguntas de la 48 a la 51 se contestan con el siguiente texto: EL PLANETA VENUS En relación a su proximidad al sol, Venus es el segundo de los nueve planetas que integran el sistema solar, se encuentra a una distancia media del sol equivalente a 108 millones de km., es decir, 7/10 de la distancia entre aquél y la Tierra. Por su tamaño es algo menor que nuestro planeta y, después del sol y la luna, el astro que brilla con más intensidad en el firmamento. Esto se debe, en parte, a su proximidad al sol, lo que hace que Venus reciba una cantidad muy grande de sus rayos, y también a que es uno de los astros más próximos a nuestro planeta. Cuando está a la menor distancia de la Tierra, Venus se encuentra solo a 40 millones de km., es decir, más cerca de nosotros que cualquier otro astro, exceptuando la luna, sin embargo, en esa época es cuando resulta más difícil ver ese planeta, ya que se encuentra justamente entre nosotros y el sol, pocas semanas antes o después de que esto ocurra, su luminosidad es tan intensa, que puede ser observado directamente a la luz del día, siempre se le divisa hacia el oeste, después de la puesta del sol, o hacia el este, antes del amanecer, conforme van pasando los meses, Venus parece desplazarse hacia delante y hacia atrás de un lado a otro del disco solar. El ciclo completo, o periodo sinódico, tarda cerca de 20 meses en producirse. En ciertas ocasiones, muy poco frecuentes, Venus pasa directamente por encima del sol, viéndosele entonces con un telescopio, como un punto negro que cruza el disco solar. Observando con telescopio de reducido aumento, el planeta Venus tiene un aspecto muy parecido al de la luna, con las correspondientes fases en los distintos puntos de su órbita, que descubrió Galileo Galilei. Venus consta de una espesa capa de nubes que envuelve el planeta y nunca puede verse su superficie. La primera persona que vio Venus dijo: “no se ve nada, pero quizá existan pantanos y si hay pantanos, existen dinosaurios, por lo tanto, Venus es un planeta con petróleo”. Mas tarde se comprobó que la temperatura de tales nubes era de 300°C. en el año de 1971, gracias al instrumento científico depositado en Venus, se obtuvo por primera vez información relativa a su atmósfera en superficie: Muy elevado calor (475°C), gran densidad (60 veces mas que la Tierra); alta presión (90 veces mayor que nuestro planeta); fuerte saturación de dióxido de carbono (95%), de ozono (4%) y menos de 0.5% de oxígeno. En tales condiciones queda descartada toda hipótesis de que pueda existir allí vida semejante a la de la Tierra 51. El tema del teto anterior es: El estudio del planeta venus Un capitulo de astronomia El descubrimiento de la improbabilidad de vida en Venus .
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 52. El texto anterior se clasifica como: Cuento Novela Leyenda Tragedia.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 53. ¿Desde qué punto de vista está relatado el texto anterior? Narrador Omnipresente Protagonista Dialogo Objetivo Personaje Testigo.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 54. La forma expresiva que predomina en el texto anterior es: Narracion Dialogo Directo Dialogo Indirecto Descripcion.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 55. ¿Quién es el protagonista del texto? El Mago de OZ El Leñador Dorotea El Leon.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 56. El leñador, el león y el espantapájaros se clasifican como personajes: Ambientales Secundarios Protagonistas Principales.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 57. Los Munchkins, los hombrecitos y los tíos de Dorotea se clasifican como personajes: Principales Ambientales Protagonistas Secundarios.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 58. Un personaje ambiental en el texto es: La Bruja El Mago de OZ El perrito Toto El Guardian.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 59. La bruja se clasifica como personaje: Antagonista Ambiental Protagonista Caracter.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 60. Según su caracterización, el Mago de Oz se clasifica como: Individuo Caracter Principal Protagonista.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 61. Un personaje de forma tipo es: El Mago de OZ La Bruja Los Simios Voladores El Perrito Toto.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 62. ¿Qué tiempo se utiliza en el texto anterior? Subjetivo Juegos Temporales Atemporalidad Objetivo.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 63. El espacio en el que se desarrolla el texto es: Cerrado Interior Exterior Central.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 64. El ambiente que sobresale en el texto es: Fisico Abstracto Moral Optimista.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 65. El tono del texto es fundamentalmente: Ironico Dramatico Sumiso Tenso.
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 66. El nudo de la obra se presenta cuando: el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas El león ataca Se encontraron con l problema de cruzar el barranco Fueron atrapados por los simios voladores y fueron llevados con la bruja .
Las siguientes preguntas de la 52 a la 67 se contestan con base en la siguiente obra EL MAGO DE OZ Hace mucho tiempo vivía una niña llamada Dorotea, habitaba una casa en la mitad de las llanuras de Kansas, tenía un perrito llamado Toto. Cierto día asustado su tío dijo: ¡miren se acerca un ciclón!, ¡pronto, Dorotea, corre al sótano! Dijo su tía, pero Dorotea no tuvo tiempo de bajar al sótano y el remolino arrancó la débil construcción remontándola a las alturas… pasaron las horas y finalmente… ¡que bueno! ya no se mueve la casa dijo Dorotea, poco después Dorotea corrió y abrió la puerta… y dijo ¡que hermoso es esto! ¿Dónde estaremos?. En eso Dorotea vio aproximarse a un grupo de lo mas extraño, y pensó ¡que pequeñitos son y que ropas tan curiosas lucen!, todos se le acercaron a la niña, somos Munchkins, niña… bienvenida al reino de Oz. ¿Está muy lejos de Kansas?, preguntó Dorotea. Pues nosotros nunca oímos hablar de Kansas, debe estar muy lejos, contestaron los hombres, ¡que horror! Dijo Dorotea al mismo tiempo que preguntaba: ¿entonces como podré regresar? ¡Mis tíos han de estar preocupados por mí!. Los munchkins murmuraron un momento entre sí… y luego agregaron, debes ir a la ciudad de las esmeraldas y hablar con el Mago de Oz. Y, ¿cómo llegaré hasta ella?, preguntó Dorotea. El camino a la ciudad de las esmeraldas está pavimentado con lozas amarillas, no puedes perderte, contestó un hombrecito y otro de ellos agregó: cuando llegues con el Mago, no le tengas miedo y relátale tu problema, el te ayudará, ¡adiós querida niña! Y antes que Dorotea pudiera darles las gracias… ¡que cosa, desaparecieron! Dorotea inició su jornada a lo largo del camino acompañada de su perro Toto, al poco rato se sentó a descansar en una banca de un campo y de repente ¡Buenos días!, se escuchó una voz. Dorotea preguntó: ¿Tu hablaste espantapájaros?, seguramente ¿Cómo te va?, contestó el espantapájaros, muy bien gracias ¿y a ti?… preguntó Dorotea. No me agrada estar colgado en este sitio, te agradecería mucho que me bajaras dijo el espantapájaros. Así que Dorotea ayudó a bajarlo del palo que colgaba, muchísimas gracias, dijo el espantapájaros, al mismo tiempo que preguntaba: ¿Quién eres y a donde vas?. Me llamo Dorotea y voy hacia la ciudad de las esmeraldas a pedirle al Mago de Oz que me regrese a Kansas, contestó Dorotea. ¿Dónde está esa ciudad y quién es el mago? Preguntó el espantapájaros. Oz es un gran mago ¿no lo sabías?, contestó Dorotea. No, yo no sé nada… contestó el espantapájaros, al mismo tiempo que decía: estoy lleno de paja y no tengo cerebro, lo siento deveras, dijo Dorotea. Si Oz es un mago tan grande, ¿crees que pueda darme un cerebro?, preguntó el espantapájaros, no lo sé, contestó Dorotea, al mismo tiempo que decía: pero si quieres acompañarme a verlo y se lo pides. Juntos siguieron por el camino de las lozas amarillas, de pronto escucharon un ruido extraño… ¿qué fue eso?, preguntó Dorotea, sonó como un gemido, respondió el espantapájaros, poco después fueron al sitio de donde procedía, entonces el espantapájaros dijo ¡un leñador de hojalata!, ¿te quejaste tú?, preguntó Dorotea, si, contestó el hombre de hojalata, al mismo tiempo que decía: me sorprendió la lluvia y mis articulaciones se mojaron tanto que apenas puedo moverme, ¿en qué puedo ayudarte? Preguntó Dorotea, toma esta aceitera y lubrica mis articulaciones, contestó el hombre de hojalata, primero el cuello y luego en los brazos y piernas. Mientras Dorotea cumplía las instrucciones… suerte que pasaste por este camino, dijo el hombre de hojalata, vamos rumbo a la ciudad de las esmeraldas a ver al Mago de Oz, dijo Dorotea. ¿Para qué quieres verlo?, preguntó el hombre de hojalata, para que me regrese a Kansas, y el espantapájaros para que le dé un cerebro, contestó Dorotea ¿crees que el mago podría darme un corazón?, preguntó el hombre de hojalata, si el quisiera le resultaría fácil como darle un cerebro al espantapájaros, contestó Dorotea. Así que juntos reanudaron juntos el camino, pero de pronto un león enorme les salió y de un golpe de garras mandó volando al espantapájaros… golpeando luego al hombre de hojalata, y abriendo las fauces para comerse al perro Toto. Dorotea se interpuso y abofeteó al felino, diciéndole, ¡debería darte vergüenza! ¡un león como tú atacando a un pobre perrito!, ¡toma!, tienes razón, dijo el león, ¡no soy otra cosa que un gran cobarde, siempre que hay peligro siento palpitaciones. Deberías de alegrarte dijo el leñador de hojalata, porque ello demuestra que tienes corazón. Todos vamos a buscar al Mago de Oz, a pedirle algo, dijo Dorotea, al mismo tiempo que preguntaba: ¿por qué no nos acompañas y le pides que te de valor?, eso haré, dijo el león al mismo tiempo que agregaba: porque de este modo la vida resulta verdaderamente imposible, querida niña, y el grupo reanudó una vez mas el camino, de pronto…¡hay! Gritó el leñador de hojalata, diciendo ¡he pisado a un pobre escarabajo!, pobrecito animalito ¡soy un asesino!, y las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas, mojando las bisagras, momentos mas tarde… ¿qué sucede ahora?, preguntó Dorotea y volvió a preguntar ¿qué trata de decir?… creo que se le han oxidado las mandíbulas y quiere que se las aceitemos, dijo el espantapájaros, y luego él mismo aceitó las mandíbulas del leñador… y dijo a éste: debes tener cuidado de no llorar, la humedad enmohece las articulaciones, pero es que yo no puedo evitar llorar cuando le hago daño a alguien, como carezco de corazón, debo siempre de cuidar de no ser cruel o desconsiderado, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo agregó: ustedes las personas normales no tienen que preocuparse, pues poseen un corazón que los guía. Cuando yo tenga un corazón dejaré de apenarme por las cosas. Y siguieron caminando hasta llegar a un barranco, ¿ahora que hacemos?, preguntó el leñador de hojalata, creo que yo puedo saltarlo y pasar sobre mis espaldas a uno por uno, dijo el león. ¿no tienes miedo de caer?, preguntó Dorotea, ¡si que lo tengo, pero intentaré disimularlo! Contestó el león. Así, uno por uno, el león cobarde pasó a sus compañeros al otro lado… poco después encontraron otra barranca aún más ancha que la primera. Esta sí que no puedo saltarla dijo el león. El espantapájaros pensó un momento y dijo: si el leñador de hojalata derriba ese árbol, de modo que caiga del otro lado, nosotros lo utilizaremos como puente. El leñador puso, desde luego, manos a la obra. ¡magnifica idea amigo mío, casi sospecho que dentro de la cabeza tienes sesos en lugar de paja, comentó el león cobarde. Cuando el árbol cayó, todos pasaron la profunda barranca sobre él. Entonces siguieron el camino amarillo y al poco rato vislumbraron un respaldo verde en el horizonte… ¡esa debe ser la ciudad de las esmeraldas! Dijo Dorotea. No tardaron en llegar a las enormes puertas de la ciudad del Mago de Oz… ¿Qué desean en la ciudad de las esmeraldas?, preguntó un hombrecito, todos hemos venido a ver al mago de Oz, contestó Dorotea, yo les conduciré a su presencia, si así lo desean, pero antes deben ponerse estos anteojos, o el resplandor de la ciudad de las esmeraldas los deslumbrará, dijo el hombrecito, al mismo tiempo que les daba unos anteojos verdes. Atendiendo la indicación, entraron en la ciudad de las esmeraldas. Todo es verde aquí, comentó Dorotea: el guardián de las puertas les condujo hasta el palacio del Mago de Oz… estos forasteros demandan ver al gran Mago de Oz, comentó el guardián a un anciano, que después contestó, pasad adelante, yo le haré saber vuestro mensaje. Momentos después… se sentaron nuestros amigos a esperar. De pronto el anciano llegó y dijo: seguidme, el gran mago accede a veros. Poco después… yo soy Oz, el grande y terrible, ¿para que deseáis verme?. Soy Dorotea, la pequeña y delicada, deseo que me envíes de regreso a Kansas. Yo soy el espantapájaros y quiero un cerebro. Yo soy el leñador de hojalata y quiero un corazón. Yo soy el león cobarde y quiero que me infundas valor. Nadie tiene derecho a pedir nada a menos que ofrezca algo a cambio. Dijo el Mago de Oz. ¡Debéis destruir a la malvada bruja del oeste! Contestó el Mago de Oz. Entonces me quedaré sin corazón, dijo el leñador de hojalata, al mismo tiempo que decía: pues yo no puedo hacerle mal a nadie, ni siquiera a una bruja. En estas tierras hay una sola persona perversa y es la bruja del oeste, ¡hay que destruirla ahora mismo! Y no volvéis hasta ante mi hasta que cumpláis vuestra tarea. Dorotea y sus amigos regresaron a las puertas de la ciudad. Dorotea se acercó a uno de los hombrecitos y le preguntó: ¿Cuál es el camino que conduce a la morada de la ruja del oeste?. No hay camino, porque nadie quiere ir allá, contestó el hombrecito. Entonces ¿cómo encontrarla?, preguntó Dorotea. Será fácil, contestó el hombrecito y agregó: en cuanto ella sepa que pisáis sus terrenos, acudirá en vuestra busca para haceros prisioneros. Empieza a caminar hacia el oeste, donde se pone el sol, y no tardarás en encontrarla. Y así se encaminaron rumbo al oeste…la perversa bruja del oeste poseía tan potentes ojos como un telescopio, con ellos observó a nuestros amigos desde gran distancia… ¿Quiénes serán esos forasteros que osan violar mis dominios?… ¡los haré prisioneros!, decía la bruja en voz baja. Luego gritó y llamó a sus horribles simios voladores, que al llegar a ella preguntaron ¿cuál es vuestro mandato? Id y haced prisioneros a esos extraños que han violado mis dominios, les ordenó la bruja. Los horribles animales acudieron hacia donde caminaban Dorotea y sus amigos. ¿Qué diablos es eso?, preguntó el espantapájaros. La bruja debe haberlos enviado en contra nuestra, contestó el leñador de hojalata. Poco después fueron levantados y conducidos hacia el castillo de la bruja, donde ordenó: ¡llevad a prisión al leñador, al espantapájaros y al león!, a la chica dejadla conmigo, que la quiero como esclava. Los tres compañeros fueron arrojados a un calabozo, luego la bruja se dirigió a Dorotea y le dijo: ven conmigo y procura obedecer cuanto te mando, limpia esos botes y cacerolas, después barrerás… ¡y mantén bien alimentado el fuego de la chimenea!, ¡y trata de tener bien cerrada la boca, no me gustan los reproches! Mientras la bruja hablaba, Toto, el perrito de Dorotea, intentó morderla. Furiosa la bruja, se dispuso a golpearlo, ello puso tan furiosa a Dorotea que le arrojó una cubeta de agua a la bruja… de repente la ruja comenzó a derretirse, al momento que gritaba ¿qué han hecho?, ¡me derretiré en un minuto!, y preguntaba la bruja: ¿no sabias que el agua sería mi fin? ¿Cómo habría de saberlo?, contestó Dorotea. La bruja fue empequeñeciéndose más y más, hasta que quedó completamente derretida. Después Dorotea dijo: ¡caramba!, no quedaron sino sus llaves y sus zapatos de plata… Dorotea se calzó los zapatos de la bruja y dijo: ahora libertaré a mis amigos. Poco después, todos los amigos volvieron a reunirse en camino a la ciudad de las esmeraldas… Hemos hecho lo que nos pidió Oz, ahora él debe cumplir nuestros deseos comentó el espantapájaros. Después, tan pronto como llegaron, acudieron directamente a Oz… hemos destruido a la malvada bruja del oeste… ahora debéis regresarme a Kansas, dijo Dorotea. ¡Dadme cerebro!, agregó el espantapájaros. ¡Dadme corazón!, dijo el leñador de hojalata. ¡Dadme valor ¡ pidió el león, después dijo Oz: espantapájaros, tú ya tienes cerebro, recuerda que fuiste tú quien pensó la forma de cruzar la zanja; leñador, tú tienes corazón, recuerdas como lloraste cuando pisaste al escarabajo, y tú león, ya tienes valor, recuerda como saltaste sobre el barranco con tus amigos sobre las espaldas. Pero tú nos prometiste todas esas cosas… respondió el leñador, al mismo tiempo que agregó: no seremos felices sin ellas, muy bien, dijo el Mago de Oz. Poco después vaciaba una caja de trigo dentro de la cabeza del espantapájaros… y le decía, de ahora en adelante serás un hombre magnífico y las ideas te crecerán de la cabeza; después, sobre el pecho del hombre de hojalata colgó un corazón de oro, y le dijo: bien pues ya tienes corazón, del cual puedes estar orgulloso; y al león le dio un plato a comer y al mismo tiempo le entregaba un diploma y le preguntaba: ¿cómo te sientes ahora? ¡Repleto de valor! Contestó el león. Me alegro que todos veáis cumplidos vuestros deseos. Pero, ¿cómo voy a llegar a Kansas?… preguntó Dorotea. Llevas calzados los zapatos de plata de la malvada bruja del oeste, que tienen poderes maravillosos, dijo el mago de Oz, al mismo tiempo que decía: lo único que tienes que hacer es pedirle que te lleven a donde quieras. Poco después Dorotea se despidió de todos sus amigos… Adiós Dorotea, dijeron el espantapájaros, el león y el leñador, y a estos dos últimos les salían las lágrimas, y el espantapájaros dijo: ten cuidado leñador, o se te trabarán de nuevo las quijadas. Luego Dorotea pidió a los zapatos que la llevaran a Kansas a ella y a su perrito Toto, y momentos más tarde Dorotea y Toto llegaban a casa de sus tíos, los cuáles los abrazaron llenos de alegría. 67. ¿Cuál fragmento presenta el clímax de la obra? “Yo soy Oz, el grande, el temible, ¿para qué deseáis verme? “Nadie tiene derecho a pedirme nada a menos que me ofrezca algo a cambio” “Llevad a la prisión al leñador, al espantapájaros y al león, a la niña dejadla conmigo que la quiero como esclava” “Dorotea le arrojó una cubeta de agua a la bruja” .
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