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TEST BORRADO, QUIZÁS LE INTERESEparisino

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Título del test:
parisino

Descripción:
fenómeno online

Autor:
caja sos
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Fecha de Creación:
17/03/2020

Categoría:
Ciencia

Número preguntas: 26
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Temario:
TEXTO 5 UN ENTRENADOR EN LA OFICINA El ejercicio físico no solo sirve para sacar músculo, parecer saludables y guapos, y ponernos de buen humor. También nos ayuda a concentrarnos mejor y aumentar nuestra productividad. Así lo demuestra el estudio “El efecto del ejercicio físico en la productividad laboral y el bienestar”, que analiza la buena relación entre la actividad laboral y la práctica de un programa controlado de ejercicio físico. En el estudio participaron 92 empleados de una empresa de consultoría que cuenta con 230 empleados en plantilla. <<Fue una experiencia divertida en la que se mezclaban varias cosas: el compañerismo, la competitividad y la extraña sensación de poder realizar esta actividad como parte del trabajo>>, recuerda Eduardo Loyola, directivo de la consultoría Interface. Loyola fue una de los conejillos de Indias del programa diseñado por Óscar de Las Mozas, coautor del estudio. <<Entrenábamos fuera del horario laboral. Al principio, a algunos compañeros les resultó complicado (sentían vergüenza al verse con indumentaria deportiva), pero pronto nos encontramos trotando por el monte o por pistas de atletismo sin ningún problema. Creo que tener una hora de entrenamiento con los compañeros favorece el trabajo en equipo>>, dice Loyola. Los resultados de la investigación no aclaran, sin embargo, si es mejor que el entrenamiento se realice antes o después de la jornada laboral. De las Mozas explica que antes del trabajo, debido a la secreción de compuestos químicos cerebrales que desencadena la actividad física, se potencia la sensación de bienestar, se llega a la oficina más relajado y con mayor disposición. No obstante, muchas personas prefieren entrenar al salir del trabajo, porque así el ejercicio les funciona como una válvula de escape. Lo que queda fuera de toda duda es que después de al menos tres meses siguiendo un programa de actividad física, los resultados productivos de un adulto sano mejoran y la gente se muestra más dispuesta a colaborar por una meta común. Los beneficios más concretos observados fueron la mejora de la salud del equipo humano y la mayor facilidad para asumir las tareas de la vida cotidiana, ya impliquen fuerza física o trabajo intelectual. Asimismo, se constató una mayor resistencia en los momentos de tensión y un incremento de la satisfacción en el trabajo. El estudio también arroja otros datos que tienen que ver con los beneficios sobre el ausentismo en et trabajo, pues se observó una disminución de casi un 30% en las bajas laborales de los empleados que participaron en esta experiencia, lo que apunta a la necesidad de que las empresas incentiven este tipo de programas en todos los niveles de su organigrama, ya que además de potenciar el real compañerismo o la competitividad, los profesionales tienen la sensación de realizar esta actividad no como una posibilidad de evasión, sino como parte especifica del propio trabajo. [Adaptado de http:Ileipais.es. España] 1. En el texto se informa de que la práctica de ejercicio físico... incrementa las ganas de trabajar. debe hacerse de modo controlado. incide en el rendimiento laboral. es una forma de controlar el mal humor de los empleados.
TEXTO 5 UN ENTRENADOR EN LA OFICINA El ejercicio físico no solo sirve para sacar músculo, parecer saludables y guapos, y ponernos de buen humor. También nos ayuda a concentrarnos mejor y aumentar nuestra productividad. Así lo demuestra el estudio “El efecto del ejercicio físico en la productividad laboral y el bienestar”, que analiza la buena relación entre la actividad laboral y la práctica de un programa controlado de ejercicio físico. En el estudio participaron 92 empleados de una empresa de consultoría que cuenta con 230 empleados en plantilla. <<Fue una experiencia divertida en la que se mezclaban varias cosas: el compañerismo, la competitividad y la extraña sensación de poder realizar esta actividad como parte del trabajo>>, recuerda Eduardo Loyola, directivo de la consultoría Interface. Loyola fue una de los conejillos de Indias del programa diseñado por Óscar de Las Mozas, coautor del estudio. <<Entrenábamos fuera del horario laboral. Al principio, a algunos compañeros les resultó complicado (sentían vergüenza al verse con indumentaria deportiva), pero pronto nos encontramos trotando por el monte o por pistas de atletismo sin ningún problema. Creo que tener una hora de entrenamiento con los compañeros favorece el trabajo en equipo>>, dice Loyola. Los resultados de la investigación no aclaran, sin embargo, si es mejor que el entrenamiento se realice antes o después de la jornada laboral. De las Mozas explica que antes del trabajo, debido a la secreción de compuestos químicos cerebrales que desencadena la actividad física, se potencia la sensación de bienestar, se llega a la oficina más relajado y con mayor disposición. No obstante, muchas personas prefieren entrenar al salir del trabajo, porque así el ejercicio les funciona como una válvula de escape. Lo que queda fuera de toda duda es que después de al menos tres meses siguiendo un programa de actividad física, los resultados productivos de un adulto sano mejoran y la gente se muestra más dispuesta a colaborar por una meta común. Los beneficios más concretos observados fueron la mejora de la salud del equipo humano y la mayor facilidad para asumir las tareas de la vida cotidiana, ya impliquen fuerza física o trabajo intelectual. Asimismo, se constató una mayor resistencia en los momentos de tensión y un incremento de la satisfacción en el trabajo. El estudio también arroja otros datos que tienen que ver con los beneficios sobre el ausentismo en et trabajo, pues se observó una disminución de casi un 30% en las bajas laborales de los empleados que participaron en esta experiencia, lo que apunta a la necesidad de que las empresas incentiven este tipo de programas en todos los niveles de su organigrama, ya que además de potenciar el real compañerismo o la competitividad, los profesionales tienen la sensación de realizar esta actividad no como una posibilidad de evasión, sino como parte especifica del propio trabajo. [Adaptado de http:Ileipais.es. España] 2. Según el texto, el programa de ejercicio físico del estudio... se aplicó a más de 200 trabajadores. se desarrollaba en horas de trabajo. fue creado par Eduardo Loyola. contemplaba una hora de entrenamiento .
TEXTO 5 UN ENTRENADOR EN LA OFICINA El ejercicio físico no solo sirve para sacar músculo, parecer saludables y guapos, y ponernos de buen humor. También nos ayuda a concentrarnos mejor y aumentar nuestra productividad. Así lo demuestra el estudio “El efecto del ejercicio físico en la productividad laboral y el bienestar”, que analiza la buena relación entre la actividad laboral y la práctica de un programa controlado de ejercicio físico. En el estudio participaron 92 empleados de una empresa de consultoría que cuenta con 230 empleados en plantilla. <<Fue una experiencia divertida en la que se mezclaban varias cosas: el compañerismo, la competitividad y la extraña sensación de poder realizar esta actividad como parte del trabajo>>, recuerda Eduardo Loyola, directivo de la consultoría Interface. Loyola fue una de los conejillos de Indias del programa diseñado por Óscar de Las Mozas, coautor del estudio. <<Entrenábamos fuera del horario laboral. Al principio, a algunos compañeros les resultó complicado (sentían vergüenza al verse con indumentaria deportiva), pero pronto nos encontramos trotando por el monte o por pistas de atletismo sin ningún problema. Creo que tener una hora de entrenamiento con los compañeros favorece el trabajo en equipo>>, dice Loyola. Los resultados de la investigación no aclaran, sin embargo, si es mejor que el entrenamiento se realice antes o después de la jornada laboral. De las Mozas explica que antes del trabajo, debido a la secreción de compuestos químicos cerebrales que desencadena la actividad física, se potencia la sensación de bienestar, se llega a la oficina más relajado y con mayor disposición. No obstante, muchas personas prefieren entrenar al salir del trabajo, porque así el ejercicio les funciona como una válvula de escape. Lo que queda fuera de toda duda es que después de al menos tres meses siguiendo un programa de actividad física, los resultados productivos de un adulto sano mejoran y la gente se muestra más dispuesta a colaborar por una meta común. Los beneficios más concretos observados fueron la mejora de la salud del equipo humano y la mayor facilidad para asumir las tareas de la vida cotidiana, ya impliquen fuerza física o trabajo intelectual. Asimismo, se constató una mayor resistencia en los momentos de tensión y un incremento de la satisfacción en el trabajo. El estudio también arroja otros datos que tienen que ver con los beneficios sobre el ausentismo en et trabajo, pues se observó una disminución de casi un 30% en las bajas laborales de los empleados que participaron en esta experiencia, lo que apunta a la necesidad de que las empresas incentiven este tipo de programas en todos los niveles de su organigrama, ya que además de potenciar el real compañerismo o la competitividad, los profesionales tienen la sensación de realizar esta actividad no como una posibilidad de evasión, sino como parte especifica del propio trabajo. [Adaptado de http:Ileipais.es. España] 3. En el texto Eduardo Loyola dice que... se sentía raro haciendo deporte. gracias al entrenamiento rendía más. el programa incluía deporte al aire libre. la sensación de bienestar se debe a compuestos químicos cerebrales.
TEXTO 5 UN ENTRENADOR EN LA OFICINA El ejercicio físico no solo sirve para sacar músculo, parecer saludables y guapos, y ponernos de buen humor. También nos ayuda a concentrarnos mejor y aumentar nuestra productividad. Así lo demuestra el estudio “El efecto del ejercicio físico en la productividad laboral y el bienestar”, que analiza la buena relación entre la actividad laboral y la práctica de un programa controlado de ejercicio físico. En el estudio participaron 92 empleados de una empresa de consultoría que cuenta con 230 empleados en plantilla. <<Fue una experiencia divertida en la que se mezclaban varias cosas: el compañerismo, la competitividad y la extraña sensación de poder realizar esta actividad como parte del trabajo>>, recuerda Eduardo Loyola, directivo de la consultoría Interface. Loyola fue una de los conejillos de Indias del programa diseñado por Óscar de Las Mozas, coautor del estudio. <<Entrenábamos fuera del horario laboral. Al principio, a algunos compañeros les resultó complicado (sentían vergüenza al verse con indumentaria deportiva), pero pronto nos encontramos trotando por el monte o por pistas de atletismo sin ningún problema. Creo que tener una hora de entrenamiento con los compañeros favorece el trabajo en equipo>>, dice Loyola. Los resultados de la investigación no aclaran, sin embargo, si es mejor que el entrenamiento se realice antes o después de la jornada laboral. De las Mozas explica que antes del trabajo, debido a la secreción de compuestos químicos cerebrales que desencadena la actividad física, se potencia la sensación de bienestar, se llega a la oficina más relajado y con mayor disposición. No obstante, muchas personas prefieren entrenar al salir del trabajo, porque así el ejercicio les funciona como una válvula de escape. Lo que queda fuera de toda duda es que después de al menos tres meses siguiendo un programa de actividad física, los resultados productivos de un adulto sano mejoran y la gente se muestra más dispuesta a colaborar por una meta común. Los beneficios más concretos observados fueron la mejora de la salud del equipo humano y la mayor facilidad para asumir las tareas de la vida cotidiana, ya impliquen fuerza física o trabajo intelectual. Asimismo, se constató una mayor resistencia en los momentos de tensión y un incremento de la satisfacción en el trabajo. El estudio también arroja otros datos que tienen que ver con los beneficios sobre el ausentismo en et trabajo, pues se observó una disminución de casi un 30% en las bajas laborales de los empleados que participaron en esta experiencia, lo que apunta a la necesidad de que las empresas incentiven este tipo de programas en todos los niveles de su organigrama, ya que además de potenciar el real compañerismo o la competitividad, los profesionales tienen la sensación de realizar esta actividad no como una posibilidad de evasión, sino como parte especifica del propio trabajo. 4. En el texto se dice que los beneficios de hacer deporte... se sienten tras la jornada laboral. se aprecian sobre todo en la empresa. empiezan a notarse a partir de tres meses. no influencia la salud de los trabajadores.
TEXTO 5 UN ENTRENADOR EN LA OFICINA El ejercicio físico no solo sirve para sacar músculo, parecer saludables y guapos, y ponernos de buen humor. También nos ayuda a concentrarnos mejor y aumentar nuestra productividad. Así lo demuestra el estudio “El efecto del ejercicio físico en la productividad laboral y el bienestar”, que analiza la buena relación entre la actividad laboral y la práctica de un programa controlado de ejercicio físico. En el estudio participaron 92 empleados de una empresa de consultoría que cuenta con 230 empleados en plantilla. <<Fue una experiencia divertida en la que se mezclaban varias cosas: el compañerismo, la competitividad y la extraña sensación de poder realizar esta actividad como parte del trabajo>>, recuerda Eduardo Loyola, directivo de la consultoría Interface. Loyola fue una de los conejillos de Indias del programa diseñado por Óscar de Las Mozas, coautor del estudio. <<Entrenábamos fuera del horario laboral. Al principio, a algunos compañeros les resultó complicado (sentían vergüenza al verse con indumentaria deportiva), pero pronto nos encontramos trotando por el monte o por pistas de atletismo sin ningún problema. Creo que tener una hora de entrenamiento con los compañeros favorece el trabajo en equipo>>, dice Loyola. Los resultados de la investigación no aclaran, sin embargo, si es mejor que el entrenamiento se realice antes o después de la jornada laboral. De las Mozas explica que antes del trabajo, debido a la secreción de compuestos químicos cerebrales que desencadena la actividad física, se potencia la sensación de bienestar, se llega a la oficina más relajado y con mayor disposición. No obstante, muchas personas prefieren entrenar al salir del trabajo, porque así el ejercicio les funciona como una válvula de escape. Lo que queda fuera de toda duda es que después de al menos tres meses siguiendo un programa de actividad física, los resultados productivos de un adulto sano mejoran y la gente se muestra más dispuesta a colaborar por una meta común. Los beneficios más concretos observados fueron la mejora de la salud del equipo humano y la mayor facilidad para asumir las tareas de la vida cotidiana, ya impliquen fuerza física o trabajo intelectual. Asimismo, se constató una mayor resistencia en los momentos de tensión y un incremento de la satisfacción en el trabajo. El estudio también arroja otros datos que tienen que ver con los beneficios sobre el ausentismo en et trabajo, pues se observó una disminución de casi un 30% en las bajas laborales de los empleados que participaron en esta experiencia, lo que apunta a la necesidad de que las empresas incentiven este tipo de programas en todos los niveles de su organigrama, ya que además de potenciar el real compañerismo o la competitividad, los profesionales tienen la sensación de realizar esta actividad no como una posibilidad de evasión, sino como parte especifica del propio trabajo. [Adaptado de http:Ileipais.es. España] 5. Según la investigación, la práctica de deporte sirve para... afrontar con mayor disposición la vida diaria. aumentar la capacidad intelectual. reducir la competencia entre trabajadores. reducir la conflictividad interpersonal.
TEXTO 5 UN ENTRENADOR EN LA OFICINA El ejercicio físico no solo sirve para sacar músculo, parecer saludables y guapos, y ponernos de buen humor. También nos ayuda a concentrarnos mejor y aumentar nuestra productividad. Así lo demuestra el estudio “El efecto del ejercicio físico en la productividad laboral y el bienestar”, que analiza la buena relación entre la actividad laboral y la práctica de un programa controlado de ejercicio físico. En el estudio participaron 92 empleados de una empresa de consultoría que cuenta con 230 empleados en plantilla. <<Fue una experiencia divertida en la que se mezclaban varias cosas: el compañerismo, la competitividad y la extraña sensación de poder realizar esta actividad como parte del trabajo>>, recuerda Eduardo Loyola, directivo de la consultoría Interface. Loyola fue una de los conejillos de Indias del programa diseñado por Óscar de Las Mozas, coautor del estudio. <<Entrenábamos fuera del horario laboral. Al principio, a algunos compañeros les resultó complicado (sentían vergüenza al verse con indumentaria deportiva), pero pronto nos encontramos trotando por el monte o por pistas de atletismo sin ningún problema. Creo que tener una hora de entrenamiento con los compañeros favorece el trabajo en equipo>>, dice Loyola. Los resultados de la investigación no aclaran, sin embargo, si es mejor que el entrenamiento se realice antes o después de la jornada laboral. De las Mozas explica que antes del trabajo, debido a la secreción de compuestos químicos cerebrales que desencadena la actividad física, se potencia la sensación de bienestar, se llega a la oficina más relajado y con mayor disposición. No obstante, muchas personas prefieren entrenar al salir del trabajo, porque así el ejercicio les funciona como una válvula de escape. Lo que queda fuera de toda duda es que después de al menos tres meses siguiendo un programa de actividad física, los resultados productivos de un adulto sano mejoran y la gente se muestra más dispuesta a colaborar por una meta común. Los beneficios más concretos observados fueron la mejora de la salud del equipo humano y la mayor facilidad para asumir las tareas de la vida cotidiana, ya impliquen fuerza física o trabajo intelectual. Asimismo, se constató una mayor resistencia en los momentos de tensión y un incremento de la satisfacción en el trabajo. El estudio también arroja otros datos que tienen que ver con los beneficios sobre el ausentismo en et trabajo, pues se observó una disminución de casi un 30% en las bajas laborales de los empleados que participaron en esta experiencia, lo que apunta a la necesidad de que las empresas incentiven este tipo de programas en todos los niveles de su organigrama, ya que además de potenciar el real compañerismo o la competitividad, los profesionales tienen la sensación de realizar esta actividad no como una posibilidad de evasión, sino como parte especifica del propio trabajo. [Adaptado de http:Ileipais.es. España] 6. Según el texto, si las empresas ofrecieran programas deportivos a sus plantillas... aumentarían un 30% el rendimiento. reducirían el ausentismo laboral. disminuiría el estrés en el trabajo. el trabajo se percibiría como una experiencia divertida.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 7. En el texto se destaca la igualdad siguiente: más consumo = mejor salud menos consumo = mayor riqueza más consumo = peor calidad de vida menos consumo = mejor calidad de vida.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 8. Debido a la ingesta irracional de comida-basura a toda hora, los jóvenes cada día más están afectados por: el consumismo compulsivo las enfermedades degenerativas los síntomas del consumo la desnutrición crónica.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 3. Según lo leído, sólo una minoría parece haber entendido cómo gozar una vida sana y de calidad, ellos son los pertenecientes al raquítico 3% que come poco las enfermedades degenerativas los síntomas del consumo la desnutrición crónica.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 10. La expresión “familias tipos boteros” se refiere a personas botadoras golosas barrigonas gordísimas.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 11. La supuesta minoría devoradora de todo, a fin de cuentas, logra bienestar y seguridad salud y enriquecimiento ansiedad e insatisfacción eliminar el vicio del cigarrillo y el consumo de alcohol.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 12. El propósito del autor del texto es: reflexionar sobre el consumismo exponer las causas de la obesidad alertar sobre la mala alimentación comentar un artículo de prensa.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 13. Si, según el texto, el bienestar no representa tranquilidad y paz, entonces representa: reposo y agitación inquietud y angustia zozobra y armonía quietud y aflicción.
TRASEROS CADA VEZ MÁS GRANDES (Simulacro 1 de C.L.: 9 min.) Una noticia perdida de las páginas interiores del Washington Post hace algún tiempo decía que los asientos de los ferry que conectan las ciudades de Seattle y Tacoma estaban siendo sustituidos por otros, cuatro pulgadas más anchas. ¿La razón? Los pasajeros son cada vez más gordos, y por tanto más anchos de caderas. Lo he recordado ahora al leer el último informe anual del World-watch Institute sobre el estado del mundo, que señala la obesidad como una de las enfermedades del consumismo, y a su vez, el consumismo como una enfermedad que se presenta como incurable. Una enfermedad, además depredadora: “los mayores índices de obesidad y deuda personal, escasez crónica de tiempo y degradación ambiental, son síntomas de un consumo excesivo que reduce la calidad de vida para mucha gente”. Es cierto, los traseros son cada vez más anchos. Las familias tipo boteros atraviesan los callejones de las nuevas catedrales, adultos y niños pesos pesado todos, dedicados a la diversión de comprar. Y si ya no caben en las viejas bancas de los ferrys diseñadas para la gente que alguna vez fue más austera y por lo tanto más delgada, es porque antes no se había multiplicado tanto el consumo de toda esa comida-basura que ha hecho modificar también el paisaje de las salas de cine: al lado de cada asiento, más anchos también, han sido instalados esos grandes aros para poner el vaso de Coca-Cola tamaño de un litro, y las bolsas de palomitas de maíz y papas fritas son también cada vez más generosas. Un tributo al exceso, y la grasa. El bienestar no representa una sensación de tranquilidad y paz espiritual en las sociedades ricas – y gracias a la globalización, tampoco entre los consumidores pudientes en las nuestras-. Crea más bien estados de ansiedad y de insatisfacción creciente. Crece la economía cuando crece el consumo, pero crece también el tamaño del corazón, que no tarda en explotar, porque la obesidad trae consigo, antes que nada las enfermedades cardiacas, que afecta a personas cada vez más jóvenes, junto con la diabetes y la hipertensión. Jóvenes con enfermedades de viejos gracias a que pueden comer todo lo que quieran, a la hora que quieran. Una minoría es la que lo devora todo, sin embargo, 10% de la población en Estados Unidos y Europa consume 60% de lo que hay tiendas y almacenes, mientras quienes viven al sur de Sahara, o al sur del río Grande, sólo consume un raquítico 3%, es decir, unas cuantas migajas de suculento pastel del bienestar global. Hay casi 3 millardos de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios en el mundo, mientras quienes están en la cima han pasado el límite de la mera necesidad, y compran por vicio. Según un informe de la CEPAL, el número de latinoamericanos que vive en la pobreza alcanzó ya los 220 millones de personas, casi la mitad de la población, de las cuales 95 millones son indigentes. Una minoría culta en Estados Unidos es la que ha vuelto sobre las viejas prácticas de la sociedad puritana y eleva a una categoría sublime en el arte del fitness, el estar en forma; es la minoría que expulsó los cigarrillos de sus vidas hace tiempo, que consideran las bebidas alcohólicas de mal gusto, que llena los gimnasios al atardecer, que cree en el slogan de sexo sano vida sana, y que come con menú de fakires y eremitas. Son los que entienden el privilegio del bienestar y de la riqueza de otra manera, si se quiere elitista. Pero son los que van a salvarse del castigo divino de arder en sus propias grasas en las parrillas del infierno. Ramírez, Sergio. (22/02/2004) El Nacional: Caracas 14. De acuerdo con lo leído, un sector pudiente de la sociedad consume por vicio y placer por suma necesidad para seguir la moda para verse hermoso.
RELACIONES ANALÓGICAS 3 No se recomienda escoger directamente la alternativa correcta, sino ir descartando aquellas alternativas que evidentemente no cumplen con la relación del par de palabras base. 15. BELLEZA : ESTÉTICA :: salud : enfermedad caridad : limosna verdad : ciencia soledad : poesía .
16. LENGUAJE : CULTURA :: pincel : pintura bacteria : cultivo lectura : escritura piano : música.
17. CASA : VIVIENDA :: corredor : terraza caverna : fosa palacio : fortaleza habitación : morada.
18. CALOR : SOL :: río : montaña lluvia: nube árbol : tierra papel : libro.
19. PARTIDARIO : ADVERSARIO :: amigo : rival aliado : opositor compañero : enemigo servidor : criado.
20. NIEVE : ALUD :: río : pozo árbol : derrumbe fuego : volcán lluvia : inundación.
SINONIMOS EN EL CONTEXTO 3 Sugerencia: aplique la técnica del descarte. Tome cada par de palabras alternativo y descarte aquellas que no le impartan el mismo significado a la expresión base. Lo importante es que establezca un proceso de "análisis" y no escoja en forma directa. 21. Durante mucho tiempo los trabajos de Pasteur fueron (relegados) y sus informes (inadvertidos) ignorados desapercibidos apartados distraídos olvidados descuidados retrasados escondidos.
22. Las sociedades (avanzan) en la medida en que los grupos (consolidan) sus relaciones. crecen restauran progresan estabilizan desarrollan enraízan emergen consagran.
23. El amo decidió (recluir) al esclavo en un (lugar) secreto. esconder espacio retener local confinar sitio internar entorno.
24. Se han hecho (desastres) de todo tipo en la remoción de la (capa) vegetal destrozos cobertura catástrofes manta calamidades cáscara desarreglos protección.
ORDENACIÓN DE PÁRRAFO 3 25. Seleccione la alternativa correcta que corresponde al párrafo ordenado correctamente: (1)Así, en el mito de Kon, se habla de este dios como el creador de los seres humanos y de la abundancia de la naturaleza. (2) De ahí que se remonta al mismo origen del universo, del hombre y de la naturaleza. (3) El mito es mucho más antiguo que la leyenda. (4)Cuando este castiga a los hombres por haberlo hecho objeto de burla, convierte a las tierras fértiles en arenas muertas. 3-2-1-4 2-3-1-4 3-2-4-1 1-4-3-2.
26 Seleccione la alternativa correcta que corresponde al párrafo ordenado correctamente: 1. Las variables se clasifican en: Independiente, Dependiente y Controlada. 2. Una variable es cualquier factor de un fenómeno que puede influir en el. 3. Por ejemplo, si ejerces una fuerza menor, el elástico se estirara menos, la variable es el elástico. 4. Los científicos para estudiar los fenómenos, usan el concepto de variable. 2-3-1-4 1-4-2-3 4-2-3-1 2-3-4-1.
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