El abandono del consumo de una droga se consigue: mejor, si el paciente toma fármacos disuasores; mejor, con terapias psicodinámicas; con una mayor probabilidad, si hay una evitación completa del consumo de cualquier otra droga de abuso; con una mayor probabilidad, si se hace en grupos de autoayuda. Aún siendo el objetivo final de cualquier tratamiento la abstinencia completa, con frecuencia ésta no se alcanza porque: el paciente no quiere; no hay una situación psicológica y sociofamiliar propicia; este tipo de pacientes acaban agotando la paciencia de los terapeutas; el consumo de sustancias suele acompañarse de una desinhibición.
. En pacientes no suficientemente motivados para dejar la droga: un tratamiento sustitutivo con agonistas puede ser de utilidad para mejorar su calidad de vida; la probabilidad de recaídas es mucho mayor; lo mejor es no iniciar mnguna intervención; suele darse concomitantemente una mala capacidad de juicio.
. Antes de iniciar un programa de tratamiento psicológico, la fase previa de desintoxicación: es necesaria habitualmente; no es estrictamente necesaria; no supone una ventaja significativa; dependiendo del tipo de droga, puede ser necesaria. Los programas de consumo controlado: alcanzan los mejores resultados en personas que tienen una dependencia leve y de corta evolución; están especialmente diseñados para abstinentes que recaen con frecuencia son similares a los tratamientos sustitutivos con agonistas; son más bien una estrategia preventiva del consumo que un tratamiento.
. En los programas de prevención de recaídas: que se alcance el objetivo de abstinencia absoluta es imposible; es más realista un objetivo que busque la reducción de la frecuencia y gravedad de las recidivas; es muy útil la inclusión de programas de consumo controlado;
el objetivo final es la disminución del deseo compulsivo de la droga. El mejor indicador de la eficacia de un plan de tratamiento es: el grado de su cumplimiento; la detección precoz de las situaciones de riesgo; los cambios en las actividades de ocio;
la reestructuración de las relaciones con terceras personas. La implementación de un plan de tratamiento conllevará siempre: la elección de los psicofármacos necesarios; la reestructuración de las relaciones familiares; las intervenciones psicoterapéuticas más adecuadas; la reestructuración de las relaciones con terceras personas. En el tratamiento de la intoxicación con benzodiacepinas debe emplearse: flunitracepán; naltrexona; diacepán; flumacenil.
. En algunas personas alcohólicas, la compulsión al consumo consigue controlarse administrando al paciente: bromocriptina; tiapride; naltrexona; inhibidores de la recaptación de serotonina.
. En el tratamiento del alcoholismo, puede ser a veces peligroso el uso de fármacos como: acamprosato; naltrexona; inhibidores de la recaptación de serotonina; disulfiram. Con frecuencia, la eficacia de los tratamientos de la dependencia de drogas se ve entorpecida por: la elevada comorbilidad entre drogadicción y otros trastornos, principalmente psiquiátricos; la falta de motivación de los familiares del paciente; el bajo nivel socioeconómico de los adictos; el escaso desarrollo de las habilidades de afrontamiento en estas personas. Diversos estudios han demostrado que las intervenciones psicoterapéuticas son útiles para el tratamiento de las drogodependencias si: se realizan en entornos controlados; se llevan a cabo por equipos multiprofesionales coordinados; potencian el componente psicoeducativo de la terapia;
en el plan de tratamiento se establecen alternativas a las actividades de ocio. La terapia de exposición a estímulos con prevención de respuesta pretende: enseñar al paciente que son los estímulos los que le inducen al consumo de drogas; asociar al consumo una experiencia desagradable (la prevención de la respuesta); facilitar los procesos de extinción del deseo de la droga; prevenir conductas de riesgo que induzcan la recaída. En el tratamiento de las drogodependencias, la eficacia de las terapias psicodinámicas: está claramente demostrada; es especialmente evidente en los trastornos de la personalidad antisocial; es netamente superior al de otros abordajes en el caso de que se de un grado de sociopatía elevado; tiene importantes dificultades para que pueda ser evaluada correctamente. Las terapias conductuales: pueden desarrollarse en un formato psicoterapéutico individual o grupal; se aplican solamente de manera individual porque no funcionan en formatos de terapia de grupo; son más efectivas si se aplican en un formato grupal; tienen mayor eficacia en formatos de terapias familiares.
. El rechazo a la participación en grupos de autoayuda que se observa en algunos pacientes está basado, en parte, en que: no se resuelven las situaciones de deseo agudo de la droga; no se ponen en marcha habilidades de afrontamiento;
no se quiere asumir una identidad de enfermo "incurable"; no hay estrategias de prevención de recaídas. En relación con el medio asistencial de tratamiento, la eficacia de los dispositivos hospitalarios frente a los ambulatorios: es mayor; es menor; no ha sido estudiada en profundidad; no está claramente demostrada que sea mayor, especialmente si se hacen seguimientos a largo plazo. La transformación de los consumos problemáticos en otros más responsables puede lograrse: con intervenciones psicoeducativas breves; con fármacos que antagonizan el efecto de la droga; con grupos de autoyuda;
con documentos judiciales que resalten las implicaciones penales de la conducta adictiva. La afectación de la recaptación de serotonina, noradrenalina y dopamina es un mecanismo de acción común a: alcohol y nicotina; cocaína y éxtasis; opiáceos y cannabinoides; anfetaminas e inhalantes.
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