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TEST BORRADO, QUIZÁS LE INTERESEsalmeron

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Título del test:
salmeron

Descripción:
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Autor:
Luck
(Otros tests del mismo autor)

Fecha de Creación:
05/11/2022

Categoría:
Oposiciones

Número preguntas: 26
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Instrucciones: Cada una de las siguientes oraciones tiene espacios en blanco, pues se han omitido algunas palabras. Debajo de las oraciones hay cinco alternativas, señaladas con las letras A, B, C, D y E. Seleccione la que contiene aquellas palabras que al ser insertadas en la oración completen mejor su significado. 1 INDÓMITO débil gobernable devastador discreto atónito.
2 PORFIAR confiar desistir carecer adornar descifrar.
3 OBSCENIDAD eventualidad honestidad opacidad ociosidad habilidad.
4 ACICATE desaliento custodia destilación discreción indignidad .
5 GAZAPA verdad ventaja garantía divulgación claridad .
Instrucciones: Cada una de las siguientes oraciones tiene espacios en blanco, pues se han omitido algunas palabras. Debajo de las oraciones hay cinco alternativas, señaladas con las letras A, B, C, D y E. Seleccione la que contiene aquellas palabras que al ser insertadas en la oración completen mejor su significado. 6 Se dice a veces que el hombre es el _ _ _ _ _ de su propio destino. artífice enjuiciador seguidor reflejo profeta.
7 Empezamos por refutar al "otro" y acabamos por _ _ _ _ _ a nosotros mismos. juzgamos criticamos alabamos afirmarnos negarnos.
8 Predicciones ecológicas de los setenta no _ _ _ _ _ su comparación con los hechos. encubrieron resistieron subestimaron sabotearon adoptaron.
9 Los hombres de poder no tienen que _ _ _ _ _ de un misterio. Mientras mantengan el misterio tendrán libertad de movimientos. desprenderse convencerse sorprenderse avergonzarse ocultarse.
Instrucciones: A continuación se presenta un pasaje seguido por preguntas basadas en su contenido. Después de leer el pasaje, elija la mejor respuesta a cada pregunta, basándose en lo que el pasaje afirma o implica. (1)A comienzos de diciembre de 1990 -es importante destacar el año- asistí a un coloquio sobre comunicación titulado pomposa y amenazadoramente ‘Hacia el Tercer Milenio’. No voy a hacer la síntesis (5)de lo que se dijo -ya lo hizo con su previsible deficiencia la prensa más seria- pero sí quiero destacar que la imagen -nefasta- de cómo sería la comunicación a partir del Siglo XXI, y quizás por un período de mil años, recorría, solapadamente, muchas intervenciones. (10)Pese a la olímpica serenidad de varios conferenciantes, se hablaba de eso, la predictibilidad sentaba sus reales y alteraba los discursos, ya sea porque emergía, ya porque se evitaba, ya porque algunos la exigían; de a ratos, los discursos se (15)enardecían o se hacían pesarosos -como glosas apagadas de lo que hace algunas décadas previeron Kafka y Aldous Huxley- al imaginar un futuro regido por la tecnología de la comunicación social; otras veces se desmayaban en la descripción de la crisis que, (20)también como idea central, guía todo análisis de un presente difícil de definir, aturdidos, tanto el presente como los analistas, por el estrépito de la caída de varios sistemas políticos y sociales. En tal atmósfera se me ocurrió que aunque hay (25)razones para temer por el futuro y estar a disgusto en el presente, era una palabra, milenio, la que llevaba o arrastraba a ese funesto estado de ánimo que se podría describir como desgarrado por una fuerte indecisión acerca de lo que es el mundo actual y una temblorosa (30)tendencia a predecir que el que nos espera será mucho peor. Esa palabra -milenio-, que a causa del título del coloquio se puso en circulación, se impuso y llevó a pensar con matices catastróficos: la inminencia del número redondo, 2000, hizo sentir que algo terrible va (35)a pasar. De más está decir que ese sentimiento goza de cierta popularidad -peligro nuclear, SIDA, etcétera- así como la tuvo, según lo informan algunas crónicas, en los albores del año 1000. Entonces la palabra milenio (40)coaguló ese sentimiento de fin de mundo y le dio forma, fue el vehículo de múltiples e indefinidos temores; y aunque ya en el 1001 regresó la calma, quedó arraigada en la memoria occidental: milenio indica catástrofe generalizada, seguramente castigo, (45)culpabiliza y desmoraliza y, lo que es todavía peor, conduce a la solemnidad. Quiero decir simplemente que ahora reaparece. Arrastrado por estas asociaciones me ví, en pleno coloquio, soñando con que hace exactamente 1000 (50)años, o sea en el 990 de nuestra era, podía haberse realizado un análogo coloquio de especialistas; su mejor fruto pudo haber sido, justamente, acuñar la palabra en cuestión, como una buena manera de dar cauce y salida a la angustia de una crisis cuyos (55)términos podemos imaginar muy bien. Pero, de inmediato, me surgió otra posibilidad: ¿qué tal si algo semejante se hizo 1000 años antes todavía, en el año 10 A.C.? ¿Se reunirán cada 1000 años los comunicólogos para reflexionar sobre el futuro de la (60)comunicación, que es lo mismo que reflexionar sobre el futuro de la humanidad? Mi idea no me pareció descabellada: en ambas ocasiones había sobrados motivos para examinar un perturbado presente. En el año 10 A.C., por ejemplo, (65)el latín se había impuesto como la lengua universal de la comunicación; ahora desempeña esa función el lenguaje de la televisión; en el 990, por el contrario, la atomización del latín en infinitas jergas locales implicaba un problema específico de comunicación (70)que los analistas responsables tenían que estar examinando, seguramente en la sombra de los conventos, lo más parecido que hay a los hoteles en donde funcionamos. 10 Del pasaje anterior se puede concluir que el ser humano no está preparado para el nuevo milenio. el fin de milenio ha traído como consecuencia la caída de algunos sistemas políticos y sociales. la fragmentación del latín en otras lenguas constituye el mejor ejemplo de acontecimientos que deben examinarse al final de un siglo. reflexionar sobre el futuro provoca temor y el ser humano tiende a hacer predicciones catastróficas. el nombre del coloquio dio una imagen nefasta al evento.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. En el pasaje anterior, línea 40, el autor utiliza la palabra coaguló para significar congeló estranguló experimentó arrebató ayudó.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 12 El mensaje que el autor envía al lector, sin decirlo expresamente, es que el paso del tiempo es inevitable y hay que estar conscientes de eso. una sola palabra es capaz de provocar angustia, discusiones, incertidumbre, aturdimiento en el ser humano. el futuro de la comunicación es impredecible, pero avanzará con la misma rapidez que la tecnología. los coloquios no resuelven el futuro del ser humano, ni las crisis se acentúan si se comentan. las lenguas universales como medio de comunicación, son sustituidas por la televisión contemporánea.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 13 En el pasaje anterior, según el autor, la idea central que estuvo siempre presente en el coloquio mencionado es la serenidad predictibilidad confusión indecisión popularidad.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 14 En el pasaje A, líneas 32-39, la argumentación desarrollada por el autor parte del supuesto de que la cultura debe plantearse permanentemente problemáticas para resolver. los latinoamericanos tienen ciertos privilegios. las creencias acerca de los latinoamericanos son formas de locura. los pueblos nunca están conformes aunque obtengan el progreso. la identidad es un problema que todos los pueblos enfrentan. .
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 15 El pasaje B contiene globalmente una implicación, que es la atención a las demandas de los ciudadanos de otros países. el cambio de los valores culturales gastados por otros modernos. un enérgico rechazo a lo extranjero. la búsqueda de foros para exponer las ideas. la integración sin la pérdida de identidad.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 16 En el pasaje B, líneas 31-37, el autor sustenta la idea de la ventaja de emplear el poder político. relación entre el poder político y la ecología. evolución de los recursos de sobrevivencia. importancia de los ríos para la agricultura. ideología de los pueblos antiguos.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 17 En el pasaje A, líneas 1-5, y en el B, líneas 6-9, el concepto integración está aplicado en diferentes áreas del conocimiento. enfoques tipos de mensaje. ideologías tiempos y espacios. .
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 18 En ambos pasajes, los autores emplean diferentes formas para desarrollar su argumentación: el pasaje A maneja sucesos y el B maneja situaciones. está apoyado en elementos concretos y el B en elementos abstractos. emplea vocabulario especializado y el B lenguaje estándar. se apoya en ejemplificaciones y el B en definiciones. va directo a la idea principal y el B da un rodeo antes de llegar a ella.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 19 El pasaje A, líneas 1-3 y el pasaje B, líneas 53-60 se relacionan en plantear como principal problema la desconfianza entre los mismos latinoamericanos. considerar peligroso adelantar juicios sobre los acontecimientos en Latinoamérica. ver poco probable que los deseos de un pueblo latinoamericano se vuelvan realidad por ahora. situar el quehacer más importante para el futuro, en el sector de la economía. descartar el apego a modelos extracontinentales como camino seguro al éxito.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 20 Los pasajes A y B tratan de la relación entre dos elementos que son: las opiniones y la ciencia. la vida y la historia. el hombre y la naturaleza las necesidades y la modernidad. la realidad y la fantasía.
Pasaje A (1)No parece haber mucha confianza en conseguir establecer una integración económica latinoamericana, inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más lejana, por no decir utópica, parece ser la integración (5)política de Latinoamérica y el Caribe. Pero donde el concepto de integración alcanzaría verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es su diversidad, su riqueza y (10)contrastación. A diferencia de la zona norte del Continente que tiende cada vez más a la homogenización de sus formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en plena diferenciación de escuelas, gustos y logros (15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el universo de las artes plásticas, tan diversificado y complejo que sería necedad suma hablar siquiera de una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció en un momento presentar un cariz homogéneo, ello (20)se debió más que nada al recurso comercial del trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben, se unifica y usufructa desde las editoriales españolas. Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son (25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y un Benedetti o un Galeano. Bienvenidas tales diferencias y benditas sean. Porque si algún objetivo organizativo debe plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser (30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun con nuevas. No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que solo los latinoamericanos tienen el privilegio de disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En (35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir la tecnología de Occidente, sino superarla, pero sienten que han dejado (o están dejando en el camino) su forma tradicional de ser, es decir, su identidad, por no decir su alma. (40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir, en la piel rota que les ha tocado compartir desde 1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia nacional. Es un problema más de identidad. Aunque (45)los franceses sean la excepción por aquello del aplastante centralismo que desde los borbones a los jacobinos hizo a Francia ser como es. En España desde un Ortega que la diagnosticara invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas, (50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés, para el caso es igual), el problema de la identidad persigue al modo de ser español. Pasaje B (1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos que para otros pueblos y naciones, el resultado de la lucha histórica por lograr su autonomía e independencia, por conseguir el derecho de expresar (5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto de México en los noventa será preservar nuestra soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede integrarse a la corriente de globalización mundial; (10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una nueva organización que responda a esta complejidad sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica. En esta década que comienza se observan diez macrotendencias en las corrientes de valores que se (15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin duda serán ejes de la articulación del quehacer de los mexicanos más allá del año dos mil. A continuación se enuncian esos valores cardinales: la familia, la dignidad humana, la ecología, la modernidad, la (20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia, la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros inciden en la calidad de vida. La modernidad no desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El (25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la apertura económica, revalúa por comparación la célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la violencia electoral, la criminalidad y la pobreza extrema atentan contra la dignidad y los derechos (30)humanos. El deterioro del medio ambiente induce a una revaloración de la naturaleza y de los valores verdes: la protección de la flora y de la fauna, la comida sin aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de (35)basura y de gases tóxicos, la generación de electricidad sin radioactividad y la producción industrial no contaminante. La modernidad, la calidad y la productividad son valores que se relacionan con el nivel de vida y corresponden al (40)orden económico. El primero, la modernidad, es un valor que suscribe la mayoría de la población, entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar además de considerarlo como un proceso de desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y (45)permanente. La modernización abarca todas las esferas de acción: escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del sector público como del privado. Ello no solo implica mayor inversión, mejor tecnología y más (50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de la fuerza laboral, de la administración y de la dirigencia empresarial. La calidad y productividad vinculadas, son requisitos indispensables para lograr la modernidad. Ambas son (55)necesarias para lograr competitividad internacional y elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí mismos, ya que implican una lucha permanente para tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad, (60)no solo las productivas. 21 Cada autor de los pasajes anteriores apoya sus puntos de vista en diferente tipo de información que es, en el pasaje A. específica y en el B general sobre el tema. insuficiente y en el B excesiva. verificable y en el B que está por comprobarse. intrascendente y en el B fundamental para comprender la situación actual. no vigente y en el B de actualidad.
Instrucciones: En cada uno de los siguientes ejercicios se presenta un par de palabras relacionadas, seguido de cinco pares de palabras o frases designadas con las letras A, B, C, D y E. Seleccione la letra que se refiere al par de palabras que mejor indica una relación similar a la expresada en el par original. ABEJA : PANAL : : flores : polen gusano : tierra mariposa : oruga dromedario : joroba araña : telaraña.
23 NACIMIENTO : CRECIMIENTO : : merecimiento : éxito problema matemático : ecuación sonoridad : composición musical elección : nombramiento fuego : cenizas.
24 LUZ : TÚNEL : : jueces : meta oxígeno : arteria alimento : saliva caminante : kilómetros baño : agua .
25 MONTAÑA : ALPINISTA : : playa : buzo bicicleta : ciclista pista : corredor balas : tirador garrocha : atleta.
26 HOMBRES : CONDOMINIO : : perros : jardín reses : corral hormigas : hoyo aves : nido abejas : panal.
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