Instrucciones: Cada una de las siguientes oraciones tiene espacios en blanco, pues se han omitido algunas palabras. Debajo de las oraciones hay cinco alternativas, señaladas con las letras A, B, C, D y E. Seleccione la que contiene aquellas palabras que al ser insertadas en la oración completen mejor su significado.
1
INDÓMITO débil gobernable devastador discreto atónito. 2
PORFIAR confiar desistir carecer adornar descifrar. 3
OBSCENIDAD eventualidad honestidad opacidad ociosidad habilidad. 4
ACICATE desaliento custodia destilación discreción indignidad . 5
GAZAPA verdad ventaja garantía divulgación claridad . Instrucciones: Cada una de las siguientes oraciones tiene espacios en blanco, pues se han omitido algunas palabras. Debajo de las oraciones hay cinco alternativas, señaladas con las letras A, B, C, D y E. Seleccione la que contiene aquellas palabras que al ser insertadas en la oración completen mejor su significado.
6
Se dice a veces que el hombre es el _ _ _ _ _ de su propio destino. artífice enjuiciador seguidor reflejo profeta. 7
Empezamos por refutar al "otro" y acabamos por _ _ _ _ _ a nosotros mismos. juzgamos criticamos alabamos afirmarnos negarnos. 8
Predicciones ecológicas de los setenta no _ _ _ _ _ su comparación con los hechos. encubrieron resistieron subestimaron sabotearon adoptaron. 9
Los hombres de poder no tienen que _ _ _ _ _ de un misterio. Mientras mantengan el misterio tendrán libertad de movimientos. desprenderse convencerse sorprenderse avergonzarse ocultarse. Instrucciones: A continuación se presenta un pasaje seguido por preguntas basadas en su contenido. Después de leer el pasaje, elija la mejor respuesta a cada pregunta, basándose en lo que el pasaje afirma o implica.
(1)A comienzos de diciembre de 1990 -es importante
destacar el año- asistí a un coloquio sobre
comunicación titulado pomposa y amenazadoramente
‘Hacia el Tercer Milenio’. No voy a hacer la síntesis
(5)de lo que se dijo -ya lo hizo con su previsible
deficiencia la prensa más seria- pero sí quiero destacar
que la imagen -nefasta- de cómo sería la comunicación
a partir del Siglo XXI, y quizás por un período de mil
años, recorría, solapadamente, muchas intervenciones.
(10)Pese a la olímpica serenidad de varios
conferenciantes, se hablaba de eso, la predictibilidad
sentaba sus reales y alteraba los discursos, ya sea
porque emergía, ya porque se evitaba, ya porque
algunos la exigían; de a ratos, los discursos se
(15)enardecían o se hacían pesarosos -como glosas
apagadas de lo que hace algunas décadas previeron
Kafka y Aldous Huxley- al imaginar un futuro regido
por la tecnología de la comunicación social; otras
veces se desmayaban en la descripción de la crisis que,
(20)también como idea central, guía todo
análisis de un presente difícil de definir, aturdidos,
tanto el presente como los analistas, por el estrépito de
la caída de varios sistemas políticos y sociales.
En tal atmósfera se me ocurrió que aunque hay
(25)razones para temer por el futuro y estar a disgusto en
el presente, era una palabra, milenio, la que llevaba o
arrastraba a ese funesto estado de ánimo que se podría
describir como desgarrado por una fuerte indecisión
acerca de lo que es el mundo actual y una temblorosa
(30)tendencia a predecir que el que nos espera será mucho
peor. Esa palabra -milenio-, que a causa del título del
coloquio se puso en circulación, se impuso y llevó a
pensar con matices catastróficos: la inminencia del
número redondo, 2000, hizo sentir que algo terrible va
(35)a pasar.
De más está decir que ese sentimiento goza de cierta
popularidad -peligro nuclear, SIDA, etcétera- así
como la tuvo, según lo informan algunas crónicas, en
los albores del año 1000. Entonces la palabra milenio
(40)coaguló ese sentimiento de fin de mundo y le dio
forma, fue el vehículo de múltiples e indefinidos
temores; y aunque ya en el 1001 regresó la calma,
quedó arraigada en la memoria occidental: milenio
indica catástrofe generalizada, seguramente castigo,
(45)culpabiliza y desmoraliza y, lo que es todavía peor,
conduce a la solemnidad. Quiero decir simplemente
que ahora reaparece.
Arrastrado por estas asociaciones me ví, en pleno
coloquio, soñando con que hace exactamente 1000
(50)años, o sea en el 990 de nuestra era, podía haberse
realizado un análogo coloquio de especialistas; su
mejor fruto pudo haber sido, justamente, acuñar la
palabra en cuestión, como una buena manera de dar
cauce y salida a la angustia de una crisis cuyos
(55)términos podemos imaginar muy bien. Pero, de
inmediato, me surgió otra posibilidad: ¿qué tal si
algo semejante se hizo 1000 años antes todavía, en el
año 10 A.C.? ¿Se reunirán cada 1000 años los
comunicólogos para reflexionar sobre el futuro de la
(60)comunicación, que es lo mismo que reflexionar sobre
el futuro de la humanidad?
Mi idea no me pareció descabellada: en ambas
ocasiones había sobrados motivos para examinar un
perturbado presente. En el año 10 A.C., por ejemplo,
(65)el latín se había impuesto como la lengua universal de
la comunicación; ahora desempeña esa función el
lenguaje de la televisión; en el 990, por el contrario, la
atomización del latín en infinitas jergas locales
implicaba un problema específico de comunicación
(70)que los analistas responsables tenían que estar
examinando, seguramente en la sombra de los
conventos, lo más parecido que hay a los hoteles en
donde funcionamos.
10
Del pasaje anterior se puede concluir que el ser humano no está preparado para el nuevo milenio. el fin de milenio ha traído como consecuencia la caída de algunos sistemas políticos y sociales. la fragmentación del latín en otras lenguas constituye el mejor ejemplo de acontecimientos que deben examinarse al final de un siglo. reflexionar sobre el futuro provoca temor y el ser humano tiende a hacer predicciones catastróficas. el nombre del coloquio dio una imagen nefasta al evento. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
En el pasaje anterior, línea 40, el autor utiliza la palabra coaguló para significar
congeló estranguló experimentó arrebató ayudó. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
12
El mensaje que el autor envía al lector, sin decirlo expresamente, es que el paso del tiempo es inevitable y hay que estar conscientes de eso. una sola palabra es capaz de provocar angustia, discusiones, incertidumbre, aturdimiento en el ser humano. el futuro de la comunicación es impredecible, pero avanzará con la misma rapidez que la tecnología. los coloquios no resuelven el futuro del ser humano, ni las crisis se acentúan si se comentan. las lenguas universales como medio de comunicación, son sustituidas por la televisión contemporánea. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
13
En el pasaje anterior, según el autor, la idea central que estuvo siempre presente en el coloquio mencionado es la serenidad predictibilidad confusión indecisión popularidad. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
14
En el pasaje A, líneas 32-39, la argumentación desarrollada por el autor parte del supuesto de que la cultura debe plantearse permanentemente problemáticas para resolver. los latinoamericanos tienen ciertos privilegios. las creencias acerca de los latinoamericanos son formas de locura. los pueblos nunca están conformes aunque obtengan el progreso. la identidad es un problema que todos los pueblos enfrentan. . Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
15
El pasaje B contiene globalmente una implicación, que es
la atención a las demandas de los ciudadanos de otros países. el cambio de los valores culturales gastados por otros modernos. un enérgico rechazo a lo extranjero. la búsqueda de foros para exponer las ideas. la integración sin la pérdida de identidad. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
16
En el pasaje B, líneas 31-37, el autor sustenta la idea de la ventaja de emplear el poder político. relación entre el poder político y la ecología. evolución de los recursos de sobrevivencia. importancia de los ríos para la agricultura. ideología de los pueblos antiguos. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
17
En el pasaje A, líneas 1-5, y en el B, líneas 6-9, el concepto integración está aplicado en diferentes áreas del conocimiento. enfoques tipos de mensaje. ideologías tiempos y espacios. . Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
18
En ambos pasajes, los autores emplean diferentes formas para desarrollar su argumentación: el pasaje A maneja sucesos y el B maneja situaciones. está apoyado en elementos concretos y el B en elementos abstractos. emplea vocabulario especializado y el B lenguaje estándar. se apoya en ejemplificaciones y el B en definiciones. va directo a la idea principal y el B da un rodeo antes de llegar a ella. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
19
El pasaje A, líneas 1-3 y el pasaje B, líneas 53-60 se relacionan en plantear como principal problema la desconfianza entre los mismos latinoamericanos. considerar peligroso adelantar juicios sobre los acontecimientos en Latinoamérica. ver poco probable que los deseos de un pueblo latinoamericano se vuelvan realidad por ahora. situar el quehacer más importante para el futuro, en el sector de la economía. descartar el apego a modelos extracontinentales como camino seguro al éxito. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
20
Los pasajes A y B tratan de la relación entre dos elementos que son: las opiniones y la ciencia. la vida y la historia. el hombre y la naturaleza las necesidades y la modernidad. la realidad y la fantasía. Pasaje A
(1)No parece haber mucha confianza en conseguir
establecer una integración económica latinoamericana,
inspirada quizá en modelos extracontinentales. Más
lejana, por no decir utópica, parece ser la integración
(5)política de Latinoamérica y el Caribe.
Pero donde el concepto de integración alcanzaría
verdaderas cotas de locura sería en el orden de lo
cultural. Porque si algo caracteriza a la cultura
latinoamericana es su diversidad, su riqueza y
(10)contrastación.
A diferencia de la zona norte del Continente que
tiende cada vez más a la homogenización de sus
formas expresivas, Latinoamérica se mantiene en
plena diferenciación de escuelas, gustos y logros
(15)culturales. Quien lo dude, que piense solo en el
universo de las artes plásticas, tan diversificado y
complejo que sería necedad suma hablar siquiera de
una pintura latinoamericana. Si la literatura pareció
en un momento presentar un cariz homogéneo, ello
(20)se debió más que nada al recurso comercial del
trajinado ‘boom’ novelístico que, como todos saben,
se unifica y usufructa desde las editoriales españolas.
Pero el hecho es que, para solo poner un ejemplo un
tanto grueso, en un mismo país, las divergencias son
(25)tan abismales como las que se dan entre un Borges y
un Benedetti o un Galeano.
Bienvenidas tales diferencias y benditas sean.
Porque si algún objetivo organizativo debe
plantearse la cultura latinoamericana, solo puede ser
(30)el de ahondar tales diferencias y enriquecerlas aun
con nuevas.
No dejaría de ser otra forma de paranoia creer que
solo los latinoamericanos tienen el privilegio de
disfrutar del juguete incómodo de la identidad. En
(35)este momento, en Japón han logrado no solo adquirir
la tecnología de Occidente, sino superarla, pero
sienten que han dejado (o están dejando en el
camino) su forma tradicional de ser, es decir, su
identidad, por no decir su alma.
(40)Atiéndase a otro ejemplo, muy distinto: los
alemanes. No se hallan a gusto en su piel, es decir,
en la piel rota que les ha tocado compartir desde
1945, dando lugar a una auténtica esquizofrenia
nacional. Es un problema más de identidad. Aunque
(45)los franceses sean la excepción por aquello del
aplastante centralismo que desde los borbones a los
jacobinos hizo a Francia ser como es.
En España desde un Ortega que la diagnosticara
invertebrada, hasta la frase brutal de los franquistas,
(50)que decían preferirla antes rota que roja (o al revés,
para el caso es igual), el problema de la identidad
persigue al modo de ser español.
Pasaje B
(1)La cultura y sus valores, igual para los mexicanos
que para otros pueblos y naciones, el resultado de la
lucha histórica por lograr su autonomía e
independencia, por conseguir el derecho de expresar
(5)con libertad su manera de ser y hacer, así como por
mantener su idiosincrasia y peculiaridades. El reto
de México en los noventa será preservar nuestra
soberanía y nuestra cultura, a la vez que accede
integrarse a la corriente de globalización mundial;
(10)en tanto el reto de la humanidad será alcanzar una
nueva organización que responda a esta complejidad
sin caer en la uniformidad y unipolaridad ideológica.
En esta década que comienza se observan diez
macrotendencias en las corrientes de valores que se
(15)acrecientan y ensanchan con el paso del tiempo. Sin
duda serán ejes de la articulación del quehacer de los
mexicanos más allá del año dos mil. A continuación
se enuncian esos valores cardinales: la familia, la
dignidad humana, la ecología, la modernidad, la
(20)calidad, la productividad, la civilidad, la democracia,
la solidaridad y el nacionalismo. Los tres primeros
inciden en la calidad de vida. La modernidad no
desplaza a la familia, pues sus funciones no las toma
ni la escuela ni el estado ni la iglesia. El
(25)conocimiento de otras culturas, inevitable con la
apertura económica, revalúa por comparación la
célula social básica. Por su parte, el narcotráfico, la
violencia electoral, la criminalidad y la pobreza
extrema atentan contra la dignidad y los derechos
(30)humanos.
El deterioro del medio ambiente induce a una
revaloración de la naturaleza y de los valores verdes:
la protección de la flora y de la fauna, la comida sin
aditivos químicos, las ciudades libres de ruido, de
(35)basura y de gases tóxicos, la generación de
electricidad sin radioactividad y la producción
industrial no contaminante. La modernidad, la
calidad y la productividad son valores que se
relacionan con el nivel de vida y corresponden al
(40)orden económico. El primero, la modernidad, es un
valor que suscribe la mayoría de la población,
entendiéndolo como alcanzar un nivel de bienestar
además de considerarlo como un proceso de
desarrollo y crecimiento autosostenido, estable y
(45)permanente.
La modernización abarca todas las esferas de acción:
escuelas, fábricas, empresas y sindicatos, tanto del
sector público como del privado. Ello no solo implica
mayor inversión, mejor tecnología y más
(50)investigación, sino renovadas actitudes y aptitudes de
la fuerza laboral, de la administración y de la
dirigencia empresarial.
La calidad y productividad vinculadas, son requisitos
indispensables para lograr la modernidad. Ambas son
(55)necesarias para lograr competitividad internacional y
elevar nuestro nivel de bienestar. Son valores
instrumentales, aunque se pueden perseguir por sí
mismos, ya que implican una lucha permanente para
tratar de ser mejores y hacer mejor cualquier actividad,
(60)no solo las productivas.
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Cada autor de los pasajes anteriores apoya sus puntos de vista en diferente tipo de información que es, en el pasaje A. específica y en el B general sobre el tema. insuficiente y en el B excesiva. verificable y en el B que está por comprobarse. intrascendente y en el B fundamental para comprender la situación actual. no vigente y en el B de actualidad. Instrucciones: En cada uno de los siguientes ejercicios se presenta un par de palabras relacionadas, seguido de cinco pares de palabras o frases designadas con las letras A, B, C, D y E. Seleccione la letra que se refiere al par de palabras que mejor indica una relación similar a la expresada en el par original.
ABEJA : PANAL : : flores : polen gusano : tierra mariposa : oruga dromedario : joroba araña : telaraña. 23
NACIMIENTO : CRECIMIENTO : : merecimiento : éxito problema matemático : ecuación sonoridad : composición musical elección : nombramiento fuego : cenizas. 24
LUZ : TÚNEL : : jueces : meta oxígeno : arteria alimento : saliva caminante : kilómetros baño : agua . 25
MONTAÑA : ALPINISTA : : playa : buzo bicicleta : ciclista pista : corredor balas : tirador garrocha : atleta. 26
HOMBRES : CONDOMINIO : : perros : jardín reses : corral hormigas : hoyo aves : nido abejas : panal.
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