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TEST BORRADO, QUIZÁS LE INTERESE: Fundamentos de investigación
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Título del Test:
Fundamentos de investigación

Descripción:
Diseño - Examen FEBRERO 2013 TIPO A

Autor:
ED
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Fecha de Creación:
23/01/2015

Categoría: UNED

Número Preguntas: 6
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Temario:
Reconocer las emociones y su causa, en nosotros mismos y los demás, son habilidades de primer orden para las relaciones sociales. La identificación facial de las emociones básicas (alegría, tristeza, enfado y miedo, por ejemplo) están presentes desde los inicios del desarrollo humano. Sin embargo, la evidencia empírica es inconsistente en cuanto a la aparición del conocimiento causal de las emociones. En su mayoría, los estudios indican que primero se comprenden las causas de las emociones positivas como la alegría, y después las emociones negativas (enfado, tristeza y miedo), mientras que unos pocos estudios muestran evidencias contrarias. Con el objetivo de explorar el patrón que sigue el desarrollo del conocimiento causal de las emociones básicas –alegría, enfado, tristeza y miedo– en las primeras etapas, un grupo de investigadores realizó un estudio con 204 niños de entre 24 y 36 meses, 100 niñas y 104 niños. La muestra fue seleccionada de 8 escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid, cuyas características socio-económicas eran similares. Individualmente fueron entrevistados por un experimentador. En primer lugar, éste se aseguraba que el niño reconocía las cuatro emociones faciales en las caras de cuatro marionetas. Después se hacían las preguntas de causalidad emocional; con las cuatro marionetas delante se exponía brevemente una historia y se le pedía que señalara qué marioneta estaba en esa situación (e.g. señala quién tiene el juguete más bonito, quién tiene el juguete más feo, quién está a oscuras en la habitación y a quién le quitó su hermano las pinturas de colorear). Como en esta secuencia, cada pregunta se correspondía con un tipo de emoción, había tres preguntas para cada emoción. Cada secuencia debía tener una pregunta por tipo de emoción, para evitar que fuera elegida la misma marioneta. A su vez el orden de las preguntas en cada secuencia fue distinto. De todas las secuencias posibles se seleccionaron al azar 12, que fueron aplicadas a 12 subgrupos de la muestra. Se puntuaba con 1 el acierto y con 0 el fallo; obteniendo una puntuación máxima para cada tipo de emoción de 3 puntos. Los resultados indican que las puntuaciones medias para el miedo (2,7) son más altas que el resto de emociones (tristeza:1,8; enfado: 1,6; alegría: 0,9). A medida que la edad aumenta, las puntuaciones medias también aumentan, siendo las niñas las que puntúan más alto. Una conclusión del estudio sugiere que la primacía del conocimiento de la causa del miedo puede ser producto de la selección natural. 1. En este diseño, la variable independiente: se puntúa con 1 el acierto y el 0 con fallo es de selección se manipula a través de las preguntas de causalidad emocional.
Reconocer las emociones y su causa, en nosotros mismos y los demás, son habilidades de primer orden para las relaciones sociales. La identificación facial de las emociones básicas (alegría, tristeza, enfado y miedo, por ejemplo) están presentes desde los inicios del desarrollo humano. Sin embargo, la evidencia empírica es inconsistente en cuanto a la aparición del conocimiento causal de las emociones. En su mayoría, los estudios indican que primero se comprenden las causas de las emociones positivas como la alegría, y después las emociones negativas (enfado, tristeza y miedo), mientras que unos pocos estudios muestran evidencias contrarias. Con el objetivo de explorar el patrón que sigue el desarrollo del conocimiento causal de las emociones básicas –alegría, enfado, tristeza y miedo– en las primeras etapas, un grupo de investigadores realizó un estudio con 204 niños de entre 24 y 36 meses, 100 niñas y 104 niños. La muestra fue seleccionada de 8 escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid, cuyas características socio-económicas eran similares. Individualmente fueron entrevistados por un experimentador. En primer lugar, éste se aseguraba que el niño reconocía las cuatro emociones faciales en las caras de cuatro marionetas. Después se hacían las preguntas de causalidad emocional; con las cuatro marionetas delante se exponía brevemente una historia y se le pedía que señalara qué marioneta estaba en esa situación (e.g. señala quién tiene el juguete más bonito, quién tiene el juguete más feo, quién está a oscuras en la habitación y a quién le quitó su hermano las pinturas de colorear). Como en esta secuencia, cada pregunta se correspondía con un tipo de emoción, había tres preguntas para cada emoción. Cada secuencia debía tener una pregunta por tipo de emoción, para evitar que fuera elegida la misma marioneta. A su vez el orden de las preguntas en cada secuencia fue distinto. De todas las secuencias posibles se seleccionaron al azar 12, que fueron aplicadas a 12 subgrupos de la muestra. Se puntuaba con 1 el acierto y con 0 el fallo; obteniendo una puntuación máxima para cada tipo de emoción de 3 puntos. Los resultados indican que las puntuaciones medias para el miedo (2,7) son más altas que el resto de emociones (tristeza:1,8; enfado: 1,6; alegría: 0,9). A medida que la edad aumenta, las puntuaciones medias también aumentan, siendo las niñas las que puntúan más alto. Una conclusión del estudio sugiere que la primacía del conocimiento de la causa del miedo puede ser producto de la selección natural. 2. En este diseño, se utiliza el control denominado: balanceo contrabalanceo incompleto; contrabalanceo completo.
Reconocer las emociones y su causa, en nosotros mismos y los demás, son habilidades de primer orden para las relaciones sociales. La identificación facial de las emociones básicas (alegría, tristeza, enfado y miedo, por ejemplo) están presentes desde los inicios del desarrollo humano. Sin embargo, la evidencia empírica es inconsistente en cuanto a la aparición del conocimiento causal de las emociones. En su mayoría, los estudios indican que primero se comprenden las causas de las emociones positivas como la alegría, y después las emociones negativas (enfado, tristeza y miedo), mientras que unos pocos estudios muestran evidencias contrarias. Con el objetivo de explorar el patrón que sigue el desarrollo del conocimiento causal de las emociones básicas –alegría, enfado, tristeza y miedo– en las primeras etapas, un grupo de investigadores realizó un estudio con 204 niños de entre 24 y 36 meses, 100 niñas y 104 niños. La muestra fue seleccionada de 8 escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid, cuyas características socio-económicas eran similares. Individualmente fueron entrevistados por un experimentador. En primer lugar, éste se aseguraba que el niño reconocía las cuatro emociones faciales en las caras de cuatro marionetas. Después se hacían las preguntas de causalidad emocional; con las cuatro marionetas delante se exponía brevemente una historia y se le pedía que señalara qué marioneta estaba en esa situación (e.g. señala quién tiene el juguete más bonito, quién tiene el juguete más feo, quién está a oscuras en la habitación y a quién le quitó su hermano las pinturas de colorear). Como en esta secuencia, cada pregunta se correspondía con un tipo de emoción, había tres preguntas para cada emoción. Cada secuencia debía tener una pregunta por tipo de emoción, para evitar que fuera elegida la misma marioneta. A su vez el orden de las preguntas en cada secuencia fue distinto. De todas las secuencias posibles se seleccionaron al azar 12, que fueron aplicadas a 12 subgrupos de la muestra. Se puntuaba con 1 el acierto y con 0 el fallo; obteniendo una puntuación máxima para cada tipo de emoción de 3 puntos. Los resultados indican que las puntuaciones medias para el miedo (2,7) son más altas que el resto de emociones (tristeza:1,8; enfado: 1,6; alegría: 0,9). A medida que la edad aumenta, las puntuaciones medias también aumentan, siendo las niñas las que puntúan más alto. Una conclusión del estudio sugiere que la primacía del conocimiento de la causa del miedo puede ser producto de la selección natural. 3. El objetivo de este estudio es evaluar: si los niños reconocen las expresiones emocionales en las caras; si los niños predicen las cuatro emociones básicas; el orden de aparición del conocimiento causal de las emociones básicas.
Reconocer las emociones y su causa, en nosotros mismos y los demás, son habilidades de primer orden para las relaciones sociales. La identificación facial de las emociones básicas (alegría, tristeza, enfado y miedo, por ejemplo) están presentes desde los inicios del desarrollo humano. Sin embargo, la evidencia empírica es inconsistente en cuanto a la aparición del conocimiento causal de las emociones. En su mayoría, los estudios indican que primero se comprenden las causas de las emociones positivas como la alegría, y después las emociones negativas (enfado, tristeza y miedo), mientras que unos pocos estudios muestran evidencias contrarias. Con el objetivo de explorar el patrón que sigue el desarrollo del conocimiento causal de las emociones básicas –alegría, enfado, tristeza y miedo– en las primeras etapas, un grupo de investigadores realizó un estudio con 204 niños de entre 24 y 36 meses, 100 niñas y 104 niños. La muestra fue seleccionada de 8 escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid, cuyas características socio-económicas eran similares. Individualmente fueron entrevistados por un experimentador. En primer lugar, éste se aseguraba que el niño reconocía las cuatro emociones faciales en las caras de cuatro marionetas. Después se hacían las preguntas de causalidad emocional; con las cuatro marionetas delante se exponía brevemente una historia y se le pedía que señalara qué marioneta estaba en esa situación (e.g. señala quién tiene el juguete más bonito, quién tiene el juguete más feo, quién está a oscuras en la habitación y a quién le quitó su hermano las pinturas de colorear). Como en esta secuencia, cada pregunta se correspondía con un tipo de emoción, había tres preguntas para cada emoción. Cada secuencia debía tener una pregunta por tipo de emoción, para evitar que fuera elegida la misma marioneta. A su vez el orden de las preguntas en cada secuencia fue distinto. De todas las secuencias posibles se seleccionaron al azar 12, que fueron aplicadas a 12 subgrupos de la muestra. Se puntuaba con 1 el acierto y con 0 el fallo; obteniendo una puntuación máxima para cada tipo de emoción de 3 puntos. Los resultados indican que las puntuaciones medias para el miedo (2,7) son más altas que el resto de emociones (tristeza:1,8; enfado: 1,6; alegría: 0,9). A medida que la edad aumenta, las puntuaciones medias también aumentan, siendo las niñas las que puntúan más alto. Una conclusión del estudio sugiere que la primacía del conocimiento de la causa del miedo puede ser producto de la selección natural. 4. Este diseño es: pre-experimental porque no hay grupo control experimental intrasujeto ex post facto.
Reconocer las emociones y su causa, en nosotros mismos y los demás, son habilidades de primer orden para las relaciones sociales. La identificación facial de las emociones básicas (alegría, tristeza, enfado y miedo, por ejemplo) están presentes desde los inicios del desarrollo humano. Sin embargo, la evidencia empírica es inconsistente en cuanto a la aparición del conocimiento causal de las emociones. En su mayoría, los estudios indican que primero se comprenden las causas de las emociones positivas como la alegría, y después las emociones negativas (enfado, tristeza y miedo), mientras que unos pocos estudios muestran evidencias contrarias. Con el objetivo de explorar el patrón que sigue el desarrollo del conocimiento causal de las emociones básicas –alegría, enfado, tristeza y miedo– en las primeras etapas, un grupo de investigadores realizó un estudio con 204 niños de entre 24 y 36 meses, 100 niñas y 104 niños. La muestra fue seleccionada de 8 escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid, cuyas características socio-económicas eran similares. Individualmente fueron entrevistados por un experimentador. En primer lugar, éste se aseguraba que el niño reconocía las cuatro emociones faciales en las caras de cuatro marionetas. Después se hacían las preguntas de causalidad emocional; con las cuatro marionetas delante se exponía brevemente una historia y se le pedía que señalara qué marioneta estaba en esa situación (e.g. señala quién tiene el juguete más bonito, quién tiene el juguete más feo, quién está a oscuras en la habitación y a quién le quitó su hermano las pinturas de colorear). Como en esta secuencia, cada pregunta se correspondía con un tipo de emoción, había tres preguntas para cada emoción. Cada secuencia debía tener una pregunta por tipo de emoción, para evitar que fuera elegida la misma marioneta. A su vez el orden de las preguntas en cada secuencia fue distinto. De todas las secuencias posibles se seleccionaron al azar 12, que fueron aplicadas a 12 subgrupos de la muestra. Se puntuaba con 1 el acierto y con 0 el fallo; obteniendo una puntuación máxima para cada tipo de emoción de 3 puntos. Los resultados indican que las puntuaciones medias para el miedo (2,7) son más altas que el resto de emociones (tristeza:1,8; enfado: 1,6; alegría: 0,9). A medida que la edad aumenta, las puntuaciones medias también aumentan, siendo las niñas las que puntúan más alto. Una conclusión del estudio sugiere que la primacía del conocimiento de la causa del miedo puede ser producto de la selección natural. 5. El status socioeconómico en este estudio es una variable de estudio constante variable independiente.
Reconocer las emociones y su causa, en nosotros mismos y los demás, son habilidades de primer orden para las relaciones sociales. La identificación facial de las emociones básicas (alegría, tristeza, enfado y miedo, por ejemplo) están presentes desde los inicios del desarrollo humano. Sin embargo, la evidencia empírica es inconsistente en cuanto a la aparición del conocimiento causal de las emociones. En su mayoría, los estudios indican que primero se comprenden las causas de las emociones positivas como la alegría, y después las emociones negativas (enfado, tristeza y miedo), mientras que unos pocos estudios muestran evidencias contrarias. Con el objetivo de explorar el patrón que sigue el desarrollo del conocimiento causal de las emociones básicas –alegría, enfado, tristeza y miedo– en las primeras etapas, un grupo de investigadores realizó un estudio con 204 niños de entre 24 y 36 meses, 100 niñas y 104 niños. La muestra fue seleccionada de 8 escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid, cuyas características socio-económicas eran similares. Individualmente fueron entrevistados por un experimentador. En primer lugar, éste se aseguraba que el niño reconocía las cuatro emociones faciales en las caras de cuatro marionetas. Después se hacían las preguntas de causalidad emocional; con las cuatro marionetas delante se exponía brevemente una historia y se le pedía que señalara qué marioneta estaba en esa situación (e.g. señala quién tiene el juguete más bonito, quién tiene el juguete más feo, quién está a oscuras en la habitación y a quién le quitó su hermano las pinturas de colorear). Como en esta secuencia, cada pregunta se correspondía con un tipo de emoción, había tres preguntas para cada emoción. Cada secuencia debía tener una pregunta por tipo de emoción, para evitar que fuera elegida la misma marioneta. A su vez el orden de las preguntas en cada secuencia fue distinto. De todas las secuencias posibles se seleccionaron al azar 12, que fueron aplicadas a 12 subgrupos de la muestra. Se puntuaba con 1 el acierto y con 0 el fallo; obteniendo una puntuación máxima para cada tipo de emoción de 3 puntos. Los resultados indican que las puntuaciones medias para el miedo (2,7) son más altas que el resto de emociones (tristeza:1,8; enfado: 1,6; alegría: 0,9). A medida que la edad aumenta, las puntuaciones medias también aumentan, siendo las niñas las que puntúan más alto. Una conclusión del estudio sugiere que la primacía del conocimiento de la causa del miedo puede ser producto de la selección natural. 6. La variable dependiente en este estudio es la secuencia de orden de las preguntas las cuatro preguntas de la situación que provoca la emoción la puntuación obtenida en las preguntas de causalidad.
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