option
Cuestiones
ayuda
daypo
buscar.php
TEST BORRADO, QUIZÁS LE INTERESE: psicología -fundamentos de investigación 2017
COMENTARIOS ESTADÍSTICAS RÉCORDS
REALIZAR TEST
Título del Test:
psicología -fundamentos de investigación 2017

Descripción:
corregido libre de fallos preguntas de diseño tema 5.2

Autor:
AVATAR
xxDACILxx
OTROS TESTS DEL AUTOR

Fecha de Creación:
18/06/2017

Categoría: UNED

Número Preguntas: 20
COMPARTE EL TEST
COMENTARNuevo Comentario
No hay ningún comentario sobre este test.
Temario:
En este estudio se pretende investigar los efectos del ejercicio físico sobre la ansiedad. Para ello se eligieron 104 estudiantes de psicología de ambos sexos con una media de edad de 21’3 años que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los dos grupos cumplimentaron previamente cuatro cuestionarios compuestos por otras tantas medidas complementarias de ansiedad: a) rasgo de ansiedad general mediante el cuestionario IDARE-R (Spielberg, 1975); b) rasgo de ansiedad de evaluación a través del IDASE (Spielberg et al., 1980); c) tensión y d) trastornos psicosomáticos, ambos medidos utilizando el cuestionario GHQ (Goldberg, 1978). Aunque la ansiedad se midió a través de los cuatro cuestionarios mencionados, se obtuvo una medida global de la misma. En una fase posterior, uno de los grupos, elegido también al azar, fue sometido a un programa de entrenamiento físico de 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento alguno. Finalizada la intervención se volvieron a pasar los cuatro cuestionarios a ambos grupos. Los resultados obtenidos mostraron que el grupo que recibió entrenamiento físico experimentó un descenso en el nivel global de ansiedad. Podríamos afirmar que el estudio es: cuasiexperimental ex post facto experimental.
En este estudio se pretende investigar los efectos del ejercicio físico sobre la ansiedad. Para ello se eligieron 104 estudiantes de psicología de ambos sexos con una media de edad de 21’3 años que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los dos grupos cumplimentaron previamente cuatro cuestionarios compuestos por otras tantas medidas complementarias de ansiedad: a) rasgo de ansiedad general mediante el cuestionario IDARE-R (Spielberg, 1975); b) rasgo de ansiedad de evaluación a través del IDASE (Spielberg et al., 1980); c) tensión y d) trastornos psicosomáticos, ambos medidos utilizando el cuestionario GHQ (Goldberg, 1978). Aunque la ansiedad se midió a través de los cuatro cuestionarios mencionados, se obtuvo una medida global de la misma. En una fase posterior, uno de los grupos, elegido también al azar, fue sometido a un programa de entrenamiento físico de 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento alguno. Finalizada la intervención se volvieron a pasar los cuatro cuestionarios a ambos grupos. Los resultados obtenidos mostraron que el grupo que recibió entrenamiento físico experimentó un descenso en el nivel global de ansiedad. ¿Cuántas variables dependientes hay?: una dos cuatro.
En este estudio se pretende investigar los efectos del ejercicio físico sobre la ansiedad. Para ello se eligieron 104 estudiantes de psicología de ambos sexos con una media de edad de 21’3 años que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los dos grupos cumplimentaron previamente cuatro cuestionarios compuestos por otras tantas medidas complementarias de ansiedad: a) rasgo de ansiedad general mediante el cuestionario IDARE-R (Spielberg, 1975); b) rasgo de ansiedad de evaluación a través del IDASE (Spielberg et al., 1980); c) tensión y d) trastornos psicosomáticos, ambos medidos utilizando el cuestionario GHQ (Goldberg, 1978). Aunque la ansiedad se midió a través de los cuatro cuestionarios mencionados, se obtuvo una medida global de la misma. En una fase posterior, uno de los grupos, elegido también al azar, fue sometido a un programa de entrenamiento físico de 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento alguno. Finalizada la intervención se volvieron a pasar los cuatro cuestionarios a ambos grupos. Los resultados obtenidos mostraron que el grupo que recibió entrenamiento físico experimentó un descenso en el nivel global de ansiedad. El hecho de que la muestra del estudio está compuesta por estudiantes de Psicología puede afectar a la validez: interna externa de constructo.
En este estudio se pretende investigar los efectos del ejercicio físico sobre la ansiedad. Para ello se eligieron 104 estudiantes de psicología de ambos sexos con una media de edad de 21’3 años que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los dos grupos cumplimentaron previamente cuatro cuestionarios compuestos por otras tantas medidas complementarias de ansiedad: a) rasgo de ansiedad general mediante el cuestionario IDARE-R (Spielberg, 1975); b) rasgo de ansiedad de evaluación a través del IDASE (Spielberg et al., 1980); c) tensión y d) trastornos psicosomáticos, ambos medidos utilizando el cuestionario GHQ (Goldberg, 1978). Aunque la ansiedad se midió a través de los cuatro cuestionarios mencionados, se obtuvo una medida global de la misma. En una fase posterior, uno de los grupos, elegido también al azar, fue sometido a un programa de entrenamiento físico de 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento alguno. Finalizada la intervención se volvieron a pasar los cuatro cuestionarios a ambos grupos. Los resultados obtenidos mostraron que el grupo que recibió entrenamiento físico experimentó un descenso en el nivel global de ansiedad. El diseño utilizado es: pretest-postest con grupo de control pretest-postest sin grupo de control de series temporales.
En este estudio se pretende investigar los efectos del ejercicio físico sobre la ansiedad. Para ello se eligieron 104 estudiantes de psicología de ambos sexos con una media de edad de 21’3 años que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los dos grupos cumplimentaron previamente cuatro cuestionarios compuestos por otras tantas medidas complementarias de ansiedad: a) rasgo de ansiedad general mediante el cuestionario IDARE-R (Spielberg, 1975); b) rasgo de ansiedad de evaluación a través del IDASE (Spielberg et al., 1980); c) tensión y d) trastornos psicosomáticos, ambos medidos utilizando el cuestionario GHQ (Goldberg, 1978). Aunque la ansiedad se midió a través de los cuatro cuestionarios mencionados, se obtuvo una medida global de la misma. En una fase posterior, uno de los grupos, elegido también al azar, fue sometido a un programa de entrenamiento físico de 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento alguno. Finalizada la intervención se volvieron a pasar los cuatro cuestionarios a ambos grupos. Los resultados obtenidos mostraron que el grupo que recibió entrenamiento físico experimentó un descenso en el nivel global de ansiedad La variable independiente posee: un nivel dos niveles cuatro niveles.
En este estudio se pretende investigar los efectos del ejercicio físico sobre la ansiedad. Para ello se eligieron 104 estudiantes de psicología de ambos sexos con una media de edad de 21’3 años que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los dos grupos cumplimentaron previamente cuatro cuestionarios compuestos por otras tantas medidas complementarias de ansiedad: a) rasgo de ansiedad general mediante el cuestionario IDARE-R (Spielberg, 1975); b) rasgo de ansiedad de evaluación a través del IDASE (Spielberg et al., 1980); c) tensión y d) trastornos psicosomáticos, ambos medidos utilizando el cuestionario GHQ (Goldberg, 1978). Aunque la ansiedad se midió a través de los cuatro cuestionarios mencionados, se obtuvo una medida global de la misma. En una fase posterior, uno de los grupos, elegido también al azar, fue sometido a un programa de entrenamiento físico de 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento alguno. Finalizada la intervención se volvieron a pasar los cuatro cuestionarios a ambos grupos. Los resultados obtenidos mostraron que el grupo que recibió entrenamiento físico experimentó un descenso en el nivel global de ansiedad. En el presente estudio la ansiedad es: un constructo la variable independiente una variable cualitativa.
En este estudio se pretende investigar los efectos del ejercicio físico sobre la ansiedad. Para ello se eligieron 104 estudiantes de psicología de ambos sexos con una media de edad de 21’3 años que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los dos grupos cumplimentaron previamente cuatro cuestionarios compuestos por otras tantas medidas complementarias de ansiedad: a) rasgo de ansiedad general mediante el cuestionario IDARE-R (Spielberg, 1975); b) rasgo de ansiedad de evaluación a través del IDASE (Spielberg et al., 1980); c) tensión y d) trastornos psicosomáticos, ambos medidos utilizando el cuestionario GHQ (Goldberg, 1978). Aunque la ansiedad se midió a través de los cuatro cuestionarios mencionados, se obtuvo una medida global de la misma. En una fase posterior, uno de los grupos, elegido también al azar, fue sometido a un programa de entrenamiento físico de 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento alguno. Finalizada la intervención se volvieron a pasar los cuatro cuestionarios a ambos grupos. Los resultados obtenidos mostraron que el grupo que recibió entrenamiento físico experimentó un descenso en el nivel global de ansiedad. En este estudio, la medida pretest se utiliza para: asignar a los participantes comprobar la equivalencia de los grupos reducir la validez interna.
En las negociaciones salariales, las mujeres reclaman menos salario que los hombres “porque esto es lo que se espera que hagan”. Las ideas estereotipadas de las diferencias entre sexos y la división sexual del trabajo tienen un efecto negativo sobre la capacidad de las mujeres para negociar. De acuerdo a lo que se conoce como “rasgo estereotipado” se predice cómo va a actuar un grupo en una determinada tarea. De tal modo que los miembros de un grupo realizarán peor las tareas que se espera que hagan mal de acuerdo con este estereotipo. Se entiende que los “buenos” y “malos” negociadores están asociados a nociones estereotipadas de las características masculinas y femeninas: “los buenos negociadores, como los hombres, son considerados resueltos, firmes y asertivos. Los malos negociadores, como las mujeres, son considerados condescendientes, emocionales y excesivamente enfocados en las relaciones”. Esto puede ocurrir cuando las mujeres negocian su salario, según el nuevo estudio de la Universidad de Lund, en Suecia. Una investigadora organizó una serie de negociaciones salariales realistas en las que participaron 100 estudiantes de económicas de esta Universidad. Ni el “negociador salarial”, ni los estudiantes sabían en realidad qué era lo que se estaba probando. Se formaron dos grupos al azar, a la mitad de los participantes se les dijo que se estaba probando su capacidad negociadora (rasgo estereotipado) y a la otra mitad se les dijo que no se podía medir su capacidad negociadora. Las situaciones de negociación eran exactamente las mismas. Entre los que creían que su capacidad no se podía medir, no se observaron diferencias entre sexos. Pero entre las personas a las que se les había dicho que se iba a medir su capacidad, las mujeres demandaron 2000 coronas suecas al mes menos que los hombres. Las mujeres habían reducido sus expectativas. Cuando se les pedía que indicasen su salario mensual ideal, éste era de aproximadamente 6000 coronas suecas inferior al referido por los hombres. Por el contrario, no había diferencias entre los sexos a la hora de fijar objetivos y demandas salariales cuando los estudiantes negociaban sin saber si su capacidad negociadora se iba a evaluar Este es un estudio: ex post facto porque compara una variable de selección de valores –el sexo de los participantes experimental porque tiene dos variables independientes experimental por el uso de la aleatorización y la manipulación de la variable independiente.
En las negociaciones salariales, las mujeres reclaman menos salario que los hombres “porque esto es lo que se espera que hagan”. Las ideas estereotipadas de las diferencias entre sexos y la división sexual del trabajo tienen un efecto negativo sobre la capacidad de las mujeres para negociar. De acuerdo a lo que se conoce como “rasgo estereotipado” se predice cómo va a actuar un grupo en una determinada tarea. De tal modo que los miembros de un grupo realizarán peor las tareas que se espera que hagan mal de acuerdo con este estereotipo. Se entiende que los “buenos” y “malos” negociadores están asociados a nociones estereotipadas de las características masculinas y femeninas: “los buenos negociadores, como los hombres, son considerados resueltos, firmes y asertivos. Los malos negociadores, como las mujeres, son considerados condescendientes, emocionales y excesivamente enfocados en las relaciones”. Esto puede ocurrir cuando las mujeres negocian su salario, según el nuevo estudio de la Universidad de Lund, en Suecia. Una investigadora organizó una serie de negociaciones salariales realistas en las que participaron 100 estudiantes de económicas de esta Universidad. Ni el “negociador salarial”, ni los estudiantes sabían en realidad qué era lo que se estaba probando. Se formaron dos grupos al azar, a la mitad de los participantes se les dijo que se estaba probando su capacidad negociadora (rasgo estereotipado) y a la otra mitad se les dijo que no se podía medir su capacidad negociadora. Las situaciones de negociación eran exactamente las mismas. Entre los que creían que su capacidad no se podía medir, no se observaron diferencias entre sexos. Pero entre las personas a las que se les había dicho que se iba a medir su capacidad, las mujeres demandaron 2000 coronas suecas al mes menos que los hombres. Las mujeres habían reducido sus expectativas. Cuando se les pedía que indicasen su salario mensual ideal, éste era de aproximadamente 6000 coronas suecas inferior al referido por los hombres. Por el contrario, no había diferencias entre los sexos a la hora de fijar objetivos y demandas salariales cuando los estudiantes negociaban sin saber si su capacidad negociadora se iba a evaluar Un control utilizado es el: balanceo simple ciego doble ciego.
En las negociaciones salariales, las mujeres reclaman menos salario que los hombres “porque esto es lo que se espera que hagan”. Las ideas estereotipadas de las diferencias entre sexos y la división sexual del trabajo tienen un efecto negativo sobre la capacidad de las mujeres para negociar. De acuerdo a lo que se conoce como “rasgo estereotipado” se predice cómo va a actuar un grupo en una determinada tarea. De tal modo que los miembros de un grupo realizarán peor las tareas que se espera que hagan mal de acuerdo con este estereotipo. Se entiende que los “buenos” y “malos” negociadores están asociados a nociones estereotipadas de las características masculinas y femeninas: “los buenos negociadores, como los hombres, son considerados resueltos, firmes y asertivos. Los malos negociadores, como las mujeres, son considerados condescendientes, emocionales y excesivamente enfocados en las relaciones”. Esto puede ocurrir cuando las mujeres negocian su salario, según el nuevo estudio de la Universidad de Lund, en Suecia. Una investigadora organizó una serie de negociaciones salariales realistas en las que participaron 100 estudiantes de económicas de esta Universidad. Ni el “negociador salarial”, ni los estudiantes sabían en realidad qué era lo que se estaba probando. Se formaron dos grupos al azar, a la mitad de los participantes se les dijo que se estaba probando su capacidad negociadora (rasgo estereotipado) y a la otra mitad se les dijo que no se podía medir su capacidad negociadora. Las situaciones de negociación eran exactamente las mismas. Entre los que creían que su capacidad no se podía medir, no se observaron diferencias entre sexos. Pero entre las personas a las que se les había dicho que se iba a medir su capacidad, las mujeres demandaron 2000 coronas suecas al mes menos que los hombres. Las mujeres habían reducido sus expectativas. Cuando se les pedía que indicasen su salario mensual ideal, éste era de aproximadamente 6000 coronas suecas inferior al referido por los hombres. Por el contrario, no había diferencias entre los sexos a la hora de fijar objetivos y demandas salariales cuando los estudiantes negociaban sin saber si su capacidad negociadora se iba a evaluar La variable dependiente en este estudio es: desconocer que se le va a medir la capacidad negociadora la cantidad de coronas suecas que se negocian en el salario el número de participantes que piden más de 6000 coronas suecas.
En las negociaciones salariales, las mujeres reclaman menos salario que los hombres “porque esto es lo que se espera que hagan”. Las ideas estereotipadas de las diferencias entre sexos y la división sexual del trabajo tienen un efecto negativo sobre la capacidad de las mujeres para negociar. De acuerdo a lo que se conoce como “rasgo estereotipado” se predice cómo va a actuar un grupo en una determinada tarea. De tal modo que los miembros de un grupo realizarán peor las tareas que se espera que hagan mal de acuerdo con este estereotipo. Se entiende que los “buenos” y “malos” negociadores están asociados a nociones estereotipadas de las características masculinas y femeninas: “los buenos negociadores, como los hombres, son considerados resueltos, firmes y asertivos. Los malos negociadores, como las mujeres, son considerados condescendientes, emocionales y excesivamente enfocados en las relaciones”. Esto puede ocurrir cuando las mujeres negocian su salario, según el nuevo estudio de la Universidad de Lund, en Suecia. Una investigadora organizó una serie de negociaciones salariales realistas en las que participaron 100 estudiantes de económicas de esta Universidad. Ni el “negociador salarial”, ni los estudiantes sabían en realidad qué era lo que se estaba probando. Se formaron dos grupos al azar, a la mitad de los participantes se les dijo que se estaba probando su capacidad negociadora (rasgo estereotipado) y a la otra mitad se les dijo que no se podía medir su capacidad negociadora. Las situaciones de negociación eran exactamente las mismas. Entre los que creían que su capacidad no se podía medir, no se observaron diferencias entre sexos. Pero entre las personas a las que se les había dicho que se iba a medir su capacidad, las mujeres demandaron 2000 coronas suecas al mes menos que los hombres. Las mujeres habían reducido sus expectativas. Cuando se les pedía que indicasen su salario mensual ideal, éste era de aproximadamente 6000 coronas suecas inferior al referido por los hombres. Por el contrario, no había diferencias entre los sexos a la hora de fijar objetivos y demandas salariales cuando los estudiantes negociaban sin saber si su capacidad negociadora se iba a evaluar Un nivel de una de las variables independientes es: desconocer que se les va a medir la capacidad negociadora la cantidad de coronas suecas que se negocian en el salario el rasgo estereotipado.
En las negociaciones salariales, las mujeres reclaman menos salario que los hombres “porque esto es lo que se espera que hagan”. Las ideas estereotipadas de las diferencias entre sexos y la división sexual del trabajo tienen un efecto negativo sobre la capacidad de las mujeres para negociar. De acuerdo a lo que se conoce como “rasgo estereotipado” se predice cómo va a actuar un grupo en una determinada tarea. De tal modo que los miembros de un grupo realizarán peor las tareas que se espera que hagan mal de acuerdo con este estereotipo. Se entiende que los “buenos” y “malos” negociadores están asociados a nociones estereotipadas de las características masculinas y femeninas: “los buenos negociadores, como los hombres, son considerados resueltos, firmes y asertivos. Los malos negociadores, como las mujeres, son considerados condescendientes, emocionales y excesivamente enfocados en las relaciones”. Esto puede ocurrir cuando las mujeres negocian su salario, según el nuevo estudio de la Universidad de Lund, en Suecia. Una investigadora organizó una serie de negociaciones salariales realistas en las que participaron 100 estudiantes de económicas de esta Universidad. Ni el “negociador salarial”, ni los estudiantes sabían en realidad qué era lo que se estaba probando. Se formaron dos grupos al azar, a la mitad de los participantes se les dijo que se estaba probando su capacidad negociadora (rasgo estereotipado) y a la otra mitad se les dijo que no se podía medir su capacidad negociadora. Las situaciones de negociación eran exactamente las mismas. Entre los que creían que su capacidad no se podía medir, no se observaron diferencias entre sexos. Pero entre las personas a las que se les había dicho que se iba a medir su capacidad, las mujeres demandaron 2000 coronas suecas al mes menos que los hombres. Las mujeres habían reducido sus expectativas. Cuando se les pedía que indicasen su salario mensual ideal, éste era de aproximadamente 6000 coronas suecas inferior al referido por los hombres. Por el contrario, no había diferencias entre los sexos a la hora de fijar objetivos y demandas salariales cuando los estudiantes negociaban sin saber si su capacidad negociadora se iba a evaluar El rasgo estereotipado en este estudio es: una variable extraña un constructo la variable dependiente.
En las negociaciones salariales, las mujeres reclaman menos salario que los hombres “porque esto es lo que se espera que hagan”. Las ideas estereotipadas de las diferencias entre sexos y la división sexual del trabajo tienen un efecto negativo sobre la capacidad de las mujeres para negociar. De acuerdo a lo que se conoce como “rasgo estereotipado” se predice cómo va a actuar un grupo en una determinada tarea. De tal modo que los miembros de un grupo realizarán peor las tareas que se espera que hagan mal de acuerdo con este estereotipo. Se entiende que los “buenos” y “malos” negociadores están asociados a nociones estereotipadas de las características masculinas y femeninas: “los buenos negociadores, como los hombres, son considerados resueltos, firmes y asertivos. Los malos negociadores, como las mujeres, son considerados condescendientes, emocionales y excesivamente enfocados en las relaciones”. Esto puede ocurrir cuando las mujeres negocian su salario, según el nuevo estudio de la Universidad de Lund, en Suecia. Una investigadora organizó una serie de negociaciones salariales realistas en las que participaron 100 estudiantes de económicas de esta Universidad. Ni el “negociador salarial”, ni los estudiantes sabían en realidad qué era lo que se estaba probando. Se formaron dos grupos al azar, a la mitad de los participantes se les dijo que se estaba probando su capacidad negociadora (rasgo estereotipado) y a la otra mitad se les dijo que no se podía medir su capacidad negociadora. Las situaciones de negociación eran exactamente las mismas. Entre los que creían que su capacidad no se podía medir, no se observaron diferencias entre sexos. Pero entre las personas a las que se les había dicho que se iba a medir su capacidad, las mujeres demandaron 2000 coronas suecas al mes menos que los hombres. Las mujeres habían reducido sus expectativas. Cuando se les pedía que indicasen su salario mensual ideal, éste era de aproximadamente 6000 coronas suecas inferior al referido por los hombres. Por el contrario, no había diferencias entre los sexos a la hora de fijar objetivos y demandas salariales cuando los estudiantes negociaban sin saber si su capacidad negociadora se iba a evaluar La variable sexo en este estudio es: una variable de bloqueo una variable extraña que se controla una variable independiente.
En las negociaciones salariales, las mujeres reclaman menos salario que los hombres “porque esto es lo que se espera que hagan”. Las ideas estereotipadas de las diferencias entre sexos y la división sexual del trabajo tienen un efecto negativo sobre la capacidad de las mujeres para negociar. De acuerdo a lo que se conoce como “rasgo estereotipado” se predice cómo va a actuar un grupo en una determinada tarea. De tal modo que los miembros de un grupo realizarán peor las tareas que se espera que hagan mal de acuerdo con este estereotipo. Se entiende que los “buenos” y “malos” negociadores están asociados a nociones estereotipadas de las características masculinas y femeninas: “los buenos negociadores, como los hombres, son considerados resueltos, firmes y asertivos. Los malos negociadores, como las mujeres, son considerados condescendientes, emocionales y excesivamente enfocados en las relaciones”. Esto puede ocurrir cuando las mujeres negocian su salario, según el nuevo estudio de la Universidad de Lund, en Suecia. Una investigadora organizó una serie de negociaciones salariales realistas en las que participaron 100 estudiantes de económicas de esta Universidad. Ni el “negociador salarial”, ni los estudiantes sabían en realidad qué era lo que se estaba probando. Se formaron dos grupos al azar, a la mitad de los participantes se les dijo que se estaba probando su capacidad negociadora (rasgo estereotipado) y a la otra mitad se les dijo que no se podía medir su capacidad negociadora. Las situaciones de negociación eran exactamente las mismas. Entre los que creían que su capacidad no se podía medir, no se observaron diferencias entre sexos. Pero entre las personas a las que se les había dicho que se iba a medir su capacidad, las mujeres demandaron 2000 coronas suecas al mes menos que los hombres. Las mujeres habían reducido sus expectativas. Cuando se les pedía que indicasen su salario mensual ideal, éste era de aproximadamente 6000 coronas suecas inferior al referido por los hombres. Por el contrario, no había diferencias entre los sexos a la hora de fijar objetivos y demandas salariales cuando los estudiantes negociaban sin saber si su capacidad negociadora se iba a evaluar De acuerdo al número de variables independientes es un diseño: unifactorial factorial de dos grupos aleatorios.
El objetivo de este estudio es evaluar la eficacia de dos programas escolares de diferente duración para la reducción del consumo de tabaco, y además, evaluarlos en función de si quién los administra es una persona conocida o desconocida para los estudiantes. El éxito de los programas se compara a través de los niveles diarios de consumo de tabaco después de su aplicación. Se utilizaron dos programas de tratamiento de deshabituación: el programa A de 17 sesiones de duración y el programa B de 8 sesiones. Para seleccionar a los participantes se realizó una encuesta sobre estudiantes de ESO en centros escolares de la provincia de Alicante. La muestra final estaba compuesta por 80 jóvenes de ambos sexos en la que se obtuvo una media de consumo de 12 cigarrillos diarios. Se formaron 4 grupos de estudiantes que fueron asignados aleatoriamente a las condiciones.Un profesor desconocido por los estudiantes (p desconocido) y un profesor conocido (P conocido) aplicaron ambos programas a los grupos. El consumo de tabaco fue evaluado después de la aplicación de los 2 programas. El gráfico muestra las tasas medias de consumo de cigarrillos diarios después de las aplicaciones de ambos programas Este es un estudio: experimental porque hay manipulación de variables y asignación aleatoria a las diferentes condiciones experimentales cuasiexperimental por la falta de grupo control ex post facto porque son grupos ya formados.
El objetivo de este estudio es evaluar la eficacia de dos programas escolares de diferente duración para la reducción del consumo de tabaco, y además, evaluarlos en función de si quién los administra es una persona conocida o desconocida para los estudiantes. El éxito de los programas se compara a través de los niveles diarios de consumo de tabaco después de su aplicación. Se utilizaron dos programas de tratamiento de deshabituación: el programa A de 17 sesiones de duración y el programa B de 8 sesiones. Para seleccionar a los participantes se realizó una encuesta sobre estudiantes de ESO en centros escolares de la provincia de Alicante. La muestra final estaba compuesta por 80 jóvenes de ambos sexos en la que se obtuvo una media de consumo de 12 cigarrillos diarios. Se formaron 4 grupos de estudiantes que fueron asignados aleatoriamente a las condiciones.Un profesor desconocido por los estudiantes (p desconocido) y un profesor conocido (P conocido) aplicaron ambos programas a los grupos. El consumo de tabaco fue evaluado después de la aplicación de los 2 programas. El gráfico muestra las tasas medias de consumo de cigarrillos diarios después de las aplicaciones de ambos programas En este tipo de investigación una de las posibles amenazas a la validez interna es: la interacción de la medida postest con el tratamiento la historia el uso de dos programas diferentes.
El objetivo de este estudio es evaluar la eficacia de dos programas escolares de diferente duración para la reducción del consumo de tabaco, y además, evaluarlos en función de si quién los administra es una persona conocida o desconocida para los estudiantes. El éxito de los programas se compara a través de los niveles diarios de consumo de tabaco después de su aplicación. Se utilizaron dos programas de tratamiento de deshabituación: el programa A de 17 sesiones de duración y el programa B de 8 sesiones. Para seleccionar a los participantes se realizó una encuesta sobre estudiantes de ESO en centros escolares de la provincia de Alicante. La muestra final estaba compuesta por 80 jóvenes de ambos sexos en la que se obtuvo una media de consumo de 12 cigarrillos diarios. Se formaron 4 grupos de estudiantes que fueron asignados aleatoriamente a las condiciones.Un profesor desconocido por los estudiantes (p desconocido) y un profesor conocido (P conocido) aplicaron ambos programas a los grupos. El consumo de tabaco fue evaluado después de la aplicación de los 2 programas. El gráfico muestra las tasas medias de consumo de cigarrillos diarios después de las aplicaciones de ambos programas Según los resultados, un efecto principal sería: la mayor eficacia del programa A para reducir el consumo de tabaco el profesor conocido obtuvo un resultado mejor aplicando el programa B el consumo de cigarrillos aumentó.
El objetivo de este estudio es evaluar la eficacia de dos programas escolares de diferente duración para la reducción del consumo de tabaco, y además, evaluarlos en función de si quién los administra es una persona conocida o desconocida para los estudiantes. El éxito de los programas se compara a través de los niveles diarios de consumo de tabaco después de su aplicación. Se utilizaron dos programas de tratamiento de deshabituación: el programa A de 17 sesiones de duración y el programa B de 8 sesiones. Para seleccionar a los participantes se realizó una encuesta sobre estudiantes de ESO en centros escolares de la provincia de Alicante. La muestra final estaba compuesta por 80 jóvenes de ambos sexos en la que se obtuvo una media de consumo de 12 cigarrillos diarios. Se formaron 4 grupos de estudiantes que fueron asignados aleatoriamente a las condiciones.Un profesor desconocido por los estudiantes (p desconocido) y un profesor conocido (P conocido) aplicaron ambos programas a los grupos. El consumo de tabaco fue evaluado después de la aplicación de los 2 programas. El gráfico muestra las tasas medias de consumo de cigarrillos diarios después de las aplicaciones de ambos programas En función del número de variables independientes se trata de un diseño: unifactorial factorial factorial mixto.
El objetivo de este estudio es evaluar la eficacia de dos programas escolares de diferente duración para la reducción del consumo de tabaco, y además, evaluarlos en función de si quién los administra es una persona conocida o desconocida para los estudiantes. El éxito de los programas se compara a través de los niveles diarios de consumo de tabaco después de su aplicación. Se utilizaron dos programas de tratamiento de deshabituación: el programa A de 17 sesiones de duración y el programa B de 8 sesiones. Para seleccionar a los participantes se realizó una encuesta sobre estudiantes de ESO en centros escolares de la provincia de Alicante. La muestra final estaba compuesta por 80 jóvenes de ambos sexos en la que se obtuvo una media de consumo de 12 cigarrillos diarios. Se formaron 4 grupos de estudiantes que fueron asignados aleatoriamente a las condiciones.Un profesor desconocido por los estudiantes (p desconocido) y un profesor conocido (P conocido) aplicaron ambos programas a los grupos. El consumo de tabaco fue evaluado después de la aplicación de los 2 programas. El gráfico muestra las tasas medias de consumo de cigarrillos diarios después de las aplicaciones de ambos programas El resultado que indica que tanto el profesor conocido como el desconocido lograron reducir el consumo de tabaco pero cada uno con un programa distinto se denomina: efecto simple o techo efecto princicpal efecto de interación.
El objetivo de este estudio es evaluar la eficacia de dos programas escolares de diferente duración para la reducción del consumo de tabaco, y además, evaluarlos en función de si quién los administra es una persona conocida o desconocida para los estudiantes. El éxito de los programas se compara a través de los niveles diarios de consumo de tabaco después de su aplicación. Se utilizaron dos programas de tratamiento de deshabituación: el programa A de 17 sesiones de duración y el programa B de 8 sesiones. Para seleccionar a los participantes se realizó una encuesta sobre estudiantes de ESO en centros escolares de la provincia de Alicante. La muestra final estaba compuesta por 80 jóvenes de ambos sexos en la que se obtuvo una media de consumo de 12 cigarrillos diarios. Se formaron 4 grupos de estudiantes que fueron asignados aleatoriamente a las condiciones.Un profesor desconocido por los estudiantes (p desconocido) y un profesor conocido (P conocido) aplicaron ambos programas a los grupos. El consumo de tabaco fue evaluado después de la aplicación de los 2 programas. El gráfico muestra las tasas medias de consumo de cigarrillos diarios después de las aplicaciones de ambos programas El hecho de que los resultados de este estudio provengan de una muestra extraída de un solo centro escolar puede suponer una amenaza a la: validez interna validez de constructo validez externa.
Denunciar Test