Adhesión al tratamiento
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La falta de adhesión terapéutica se describe como un conjunto de conductas que incluye, de forma más precisa: Errores puntuales en la dosis prescrita y uso de medicación alternativa, manteniendo revisiones programadas. Dificultades para tomar medicación, cambios parciales de hábitos y ajuste autónomo de revisiones según malestar. Dificultades para tomar medicación, modificar hábitos nocivos/de riesgo, abandono del tratamiento e incumplimiento de revisiones. Incumplimiento de revisiones y abandono del tratamiento, con adecuada modificación de dieta, ejercicio y consumo de sustancias. Respecto a la tasa de incumplimiento/adhesión, señalan como formulación más ajustada…. Es estimable con precisión clínica cuando se definen objetivos terapéuticos y se controlan variables del paciente. Es difícil de estimar y depende de múltiples variables que pueden modificarla en distintos contextos clínicos. Es estable entre tratamientos farmacológicos y cambios de estilo de vida, variando sobre todo por la gravedad percibida. Es comparable entre trastornos agudos y crónicos, siempre que el tratamiento se encuentre adecuadamente prescrito. Los niveles más altos de adhesión se asocian típicamente a…. Tratamientos crónicos con supervisión ocasional y ausencia de riesgo inmediato percibido por el paciente. Tratamientos profilácticos prolongados con instrucciones complejas y seguimiento no directamente supervisado. Medicación directamente supervisada y trastornos de inicio agudo con demandas terapéuticas claras. Programas de cambio de vida mantenidos en el tiempo sin supervisión directa pero con alta motivación inicial. En el apartado de consecuencias, se identifica como la más evidente derivada de la no adhesión: Incremento del coste económico, sanitario y social por repetición de pruebas y nuevos tratamientos. Potencial malestar y desajuste social y psicológico asociado a bajas laborales y cronificación del problema. Fracaso terapéutico vinculado al incumplimiento de prescripciones y/o revisiones establecidas. Aparición de efectos secundarios derivados del tratamiento, aun con diagnóstico y prescripción adecuados. Los resultados negativos pueden darse también por inadecuado tratamiento, incluso cuando: Existe percepción subjetiva elevada de gravedad y el paciente mantiene expectativas de mejora realistas. Se confirma diagnóstico adecuado y se mantiene cumplimiento, pero no se reduce el malestar. Se reduce el malestar a corto plazo y se preserva el ajuste social, aunque haya abandono terapéutico. Se incrementa la supervisión del tratamiento y se ajustan contingencias ambientales para el seguimiento. La idea central del texto sobre el “adecuado cumplimiento” de prescripciones terapéuticas implica principalmente que: El paciente debe aceptar la prescripción y mantener motivación suficiente para sostenerla en el tiempo. El paciente debe saber qué hacer y además cómo y cuándo hacerlo, porque implica una serie de tareas. El paciente debe conocer la lógica clínica del diagnóstico y la duración prevista del tratamiento indicado. El paciente debe dominar habilidades generales de autocontrol para ajustar dosis, horarios y revisiones. En los ejemplos del apartado, se subraya como dificultad específica del seguimiento farmacológico que: Tomar una pastilla cada 6 horas siempre exige despertarse de madrugada para asegurar la periodicidad exacta. Un régimen “sencillo” puede generar dudas prácticas sobre periodicidad, olvidos y decisiones situacionale. La periodicidad debe mantenerse sólo si el paciente se encuentra sintomático, ajustándola a su malestar. La omisión de una dosis debe compensarse duplicando la siguiente para mantener niveles farmacológicos. El texto destaca que prescripciones mantenidas en el tiempo pueden requerir un cambio difícil porque: Sustituyen hábitos consolidados y gratificantes ligados a lugares, momentos o compañías específicas. Incrementan la supervisión clínica y con ello aumentan el coste personal del paciente en consultas. Exigen eliminar cualquier conducta previa asociada al malestar, incluso si no afecta al riesgo real. Su eficacia depende de que el paciente reciba refuerzo inmediato y continuo en cada conducta prescrita. Sobre el seguimiento de prescripciones, se afirma que no es meramente voluntarista porque requiere, además: Actuación eficaz, control ambiental y beneficios contingentes al cumplimiento (síntomas, expectativas, confianza). Motivación estable, comprensión del diagnóstico y monitorización profesional continua de todas las conductas. Aceptación del plan terapéutico, tolerancia al malestar y reducción progresiva del esfuerzo requerido. Un locus de control interno, alta autoestima y baja necesidad de aprobación para sostener hábitos saludables. La adhesión se define de forma más exacta como: La aceptación del diagnóstico y la comprensión del tratamiento, con implicación activa en su seguimiento. La persistencia del paciente en el tratamiento durante el tiempo indicado, sin interrupciones evitables. La coincidencia entre la instrucción del clínico y el comportamiento del paciente en relación al tratamiento. La mejora clínica observable atribuible al tratamiento, siempre que exista un seguimiento suficiente. Los modelos biomédicos aportan información valiosa, pero se señala como limitación que: Desatienden variables de enfermedad y se centran en la relación médico-paciente como núcleo del cambio. No explican cómo se implantan o modifican condiciones y expectativas dentro de contextos concretos. Sustituyen el análisis funcional por autoinformes, reduciendo validez y fiabilidad en la evaluación. Ignoran la influencia del tratamiento sobre el estilo de vida y la duración de las prescripciones. Dentro de los modelos conductuales, los modelos operantes consideran centrales para la adhesión: Recepción, comprensión y retención de mensajes, como vías principales de promoción en salud. Creencias, expectativas y atribuciones, como determinantes primarios del comportamiento de seguimiento. Moldeamiento de conductas, planificación ambiental y manejo de contingencias de reforzamiento que son estrategias centrales de adhesión. Percepción subjetiva de gravedad y ventajas, como predictores robustos de adhesión mantenida. Sobre la evaluación del grado de adhesión, el texto señala que un criterio más objetivo se vincula a: Resultados clínicos como indicador directo, asumiendo relación lineal entre tratamiento y mejoría deseable. Análisis funcional de las habilidades requeridas para realizar un seguimiento correcto de la prescripción. Autoinforme del paciente, siempre que se reduzca el sesgo mediante entrenamiento exclusivo del evaluador. Marcadores bioquímicos como aproximación completa a cómo y cuándo se ha ingerido el tratamiento. En los procedimientos de evaluación, el autoinforme se describe como vulnerable principalmente a: Sesgos de deseabilidad social y olvido, además de requerir entrenamiento del evaluador. Sesgos de memoria exclusivamente, que se corrigen si el paciente mantiene registros diarios sistemáticos. Sesgos de comprensión del diagnóstico, que se eliminan con instrucciones más técnicas y detalladas. Sesgos de reactividad biológica, que invalidan la información para cualquier tratamiento no farmacológico. En “Factores asociados”, respecto a variables de la enfermedad, la formulación más fiel es que: Gravedad, brotes previos y duración se asocian consistentemente a adhesión, sobre todo en crónicos. Síntomas agudos, reconocibles y aliviados por el tratamiento aumentan la probabilidad de adhesión. La percepción subjetiva de gravedad predice adhesión a largo plazo con independencia de la sintomatología. Ausencia de síntomas identificables incrementa adhesión por reducir interferencias con el estilo de vida. En “Variables del tratamiento”, se afirma que explican mejor la adhesión y que disminuye cuando el tratamiento es: Más complejo, interfiere más con el estilo de vida, es duradero y se supervisa de forma escasa o inadecuada. Menos complejo, interfiere menos con el estilo de vida, es breve y se supervisa de forma intensiva y continua. Duradero pero bien supervisado, con baja interferencia y alta percepción subjetiva de gravedad asociada. Complejo pero con alta motivación inicial, con baja supervisión y beneficios contingentes inmediatos. En “Métodos para mejorar la comunicación”, la combinación correcta de primacía/recencia se plantea así: Primacía cuando la actuación es inmediata; recencia cuando la decisión se toma en un momento posterior. Primacía cuando se busca influir en decisiones posteriores; recencia cuando la actuación debe ser inmediata. Primacía cuando se repite la información; recencia cuando se usa material escrito y grabado complementario. Primacía cuando se usan ilustraciones; recencia cuando se emplean términos operativos de qué, cómo y cuándo. En “Estrategias psicológicas de interés”, aparece como conjunto coherente de acciones para promover adhesión: Individualizar el tratamiento, entrenar autocuidados con ensayo guiado/supervisado, negociar cambios mínimos y reforzar seguimiento. Informar extensamente, aumentar complejidad del plan, reducir supervisión progresivamente y maximizar autonomía desde el inicio. Priorizar cambios simultáneos, evitar feedback para no aumentar dependencia, y basar el seguimiento en resultados clínicos. Uniformar el tratamiento, centrar la intervención en personalidad, y reforzar sólo con reducción rápida de síntomas. En “Problemas de la adhesión”, la caracterización inicial más fiel del fenómeno en el ámbito sanitario es: Un problema frecuente que implica incumplimiento parcial y es clínicamente esperable en población general. Un problema común que supone cumplimiento insuficiente o inadecuado de prescripciones y resulta desalentador para los profesionales. Un problema infrecuente que depende casi exclusivamente del tipo de enfermedad y del nivel educativo del paciente. Un problema común que se reduce si el tratamiento es breve, aunque el cumplimiento sea irregular al inicio. Sobre la “promoción de la adhesión terapéutica”, el texto subraya principalmente que: Es importante, pero su impacto es secundario frente a la precisión diagnóstica y la elección farmacológica. Es decisiva, y está condicionada por la complejidad y multiplicidad de factores que pueden afectarla. Es decisiva, pero depende sobre todo de variables sociodemográficas y del nivel cultural del paciente. Es importante, y su dificultad se explica fundamentalmente por la falta de información clínica disponible. Dentro de “Concepto y teorías”, los modelos de comunicación se describen en los apuntes como aquellos que: Priorizan el manejo de contingencias de reforzamiento como núcleo explicativo del seguimiento terapéutico. Mejoran recepción, comprensión y retención de mensajes, con gran repercusión en promoción de la salud. Explican la adhesión por condiciones de enfermedad, sin precisar mecanismos de implantación en contexto. Se centran en expectativas y creencias como variables suficientes para predecir el cumplimiento mantenido. En el apartado de Evaluación, el “grado de adhesión” se operacionaliza como: Un valor por encima del cual se maximiza el efecto del tratamiento, aunque varía por rasgos del paciente. Un valor por debajo del cual no se alcanzan resultados esperados, y su exigencia puede no ser siempre estimable. Un valor equivalente a la ausencia de síntomas, que permite inferir seguimiento correcto sin medidas adicionales. Un valor por debajo del cual se infiere ineficacia del tratamiento, independientemente del diagnóstico y prescripción. Sobre el umbral requerido para lograr el efecto terapéutico en evaluación de adhesión, los apuntes señalan que: Existe consenso estable entre profesionales acerca de la tasa necesaria para el efecto deseado. La tasa requerida depende del diagnóstico y no admite discrepancias si el tratamiento está bien prescrito. Puede haber discrepancias respecto a la tasa requerida para lograr el efecto deseado. La tasa requerida puede estimarse siempre mediante resultados clínicos, sin necesidad de otros indicadores. En “Varios procedimientos de evaluación”, ¿qué combinación corresponde a autoobservación y registro?. Recuento de pastillas y tests objetivos fisiológicos, además de registro escrito con observación y entrenamiento. Marcadores bioquímicos y resultados clínicos, además de entrevistas estructuradas para reducir sesgos. Autoinforme con entrenamiento del evaluador, además de marcadores bioquímicos con control de absorción. Resultados clínicos y registro de síntomas, además de observación directa exclusivamente en tratamientos farmacológicos. La dificultad específica de la autoobservación/registro que explican los apuntes es que se trata de: Una tarea añadida compleja que no siempre se hace bien porque no aporta beneficios directos, requiriendo refuerzo y recompensa. Una tarea añadida sencilla que suele hacerse correctamente si se proporciona información clínica suficiente al paciente. Un procedimiento que evita sesgos de deseabilidad social y olvido, por lo que no requiere entrenamiento adicional. Un método válido y fiable por definición, siempre que se utilice en tratamientos farmacológicos supervisados. Respecto a marcadores bioquímicos, la formulación más ajustada al texto es: Se emplean en cualquier tratamiento, y permiten inferir con precisión cómo y cuándo se ingirió la pauta indicada. Se aplican solo en farmacológicos; indican tasa de consumo, pero no cómo o cuándo se ingirió; con limitaciones técnicas. Se aplican solo en tratamientos conductuales; indican adherencia global, sin limitaciones de detección o eliminación. Son el procedimiento más válido y fiable, porque sustituyen al análisis funcional y a la autoobservación conductual. En la evaluación mediante resultados clínicos, el texto critica principalmente que: Es un indicador directo y suficiente, siempre que se controle la variabilidad individual de respuesta. Parte de una relación supuesta directa y es un planteamiento inaceptable sobre todo a nivel psicológico. El problema es que mide “cómo y cuándo” se ingirió la medicación, pero no la tasa de consumo real. Es útil solo si se acompaña de marcadores bioquímicos, porque así se eliminan todos los sesgos de evaluación. El apartado de evaluación añade una dificultad transversal: La imposibilidad de usar autoinformes en clínica, por su invalidez sistemática y no corregible. El problema para encontrar indicadores válidos de adhesión terapéutica. La falta de relación entre variables del tratamiento y adhesión, salvo en tratamientos supervisados. La equivalencia entre marcadores bioquímicos y autoobservación para inferir patrones de conducta del paciente. En “Factores asociados” (variables de la enfermedad), además de los síntomas, se afirma que: La percepción subjetiva de gravedad y ventajas asociadas al cumplimiento se relaciona con adhesión a corto plazo. La gravedad de la enfermedad, brotes previos, duración y antigüedad mantienen relación robusta con la adhesión. La percepción subjetiva de gravedad solo predice adhesión a largo plazo si el tratamiento es crónico y supervisado. La gravedad de la enfermedad predice adhesión mejor que la presencia de síntomas agudos reconocibles y molestos. En el mismo bloque, sobre gravedad/brotes/duración/antigüedad de la enfermedad, indican que: Se asocian a adhesión, especialmente cuando el tratamiento es duradero o profiláctico. No guardan relación con adhesión, aunque influyen en la percepción subjetiva de gravedad. No guardan relación con adhesión, según se recoge explícitamente en el apartado. e relacionan con adhesión solo en presencia de síntomas no identificables o constantes en el tiempo. En “Variables de la relación médico-paciente”, la satisfacción con la relación terapéutica se vincula a: Buena comunicación y relación respetuosa y cordial, mejorando comprensión y colaboración en el programa. Mayor complejidad del tratamiento y supervisión escasa, favoreciendo autonomía y responsabilidad del paciente. Uso prioritario de marcadores bioquímicos y resultados clínicos, incrementando la objetividad del seguimiento. Énfasis en rasgos de personalidad y perfil sociodemográfico, como determinantes principales del cumplimiento. En “Variables del paciente”, la formulación más fiel (tal como aparece en los apuntes) es: Variables sociodemográficas determinan adhesión, y personalidad tiene un peso decisivo en el incumplimiento. Variables sociodemográficas no determinan adhesión, personalidad pesa poco, y expectativas sobre la enfermedad sí se relacionan. Variables sociodemográficas y personalidad determinan adhesión, y expectativas solo influyen en tratamientos profilácticos. Variables sociodemográficas predicen adhesión, personalidad pesa poco, y expectativas explican solo el abandono terapéutico. Sobre autoeficacia, el texto asocia “expectativas de eficacia” a la combinación de fuentes: Logros de ejecución, experiencia vicaria, persuasión verbal y estados fisiológicos. Recompensa inmediata, control ambiental, empatía terapéutica y supervisión continuada. Gravedad objetiva, brotes previos, duración del tratamiento y riesgo inmediato percibido. Recepción del mensaje, comprensión del mensaje, retención del mensaje y repetición del mensaje. |





