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Comprensión Lectora (Cuentos)

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Título del Test:
Comprensión Lectora (Cuentos)

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Fecha de Creación: 2014/06/18

Categoría: Otros

Número Preguntas: 34

Valoración:(9)
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El gato con botas. Había una vez un molinero cuya única herencia para sus tres hijos eran su molino, su asno y su gato. Pronto se hizo la repartición sin necesitar de un clérigo ni de un abogado, pues ya habían consumido todo el pobre patrimonio. Al mayor le tocó el molino, al segundo el asno, y al menor el gato que quedaba. El pobre joven amigo estaba bien inconforme por haber recibido tan poquito. -”Mis hermanos”- dijo él,-”pueden hacer una bonita vida juntando sus bienes, pero por mi parte, después de haberme comido al gato, y hacer unas sandalias con su piel, entonces no me quedará más que morir de hambre.”- El gato, que oyó todo eso, pero no lo tomaba así, le dijo en un tono firme y serio: -”No te preocupes tanto, mi buen amo. Si me das un bolso, y me tienes un par de botas para mí, con las que yo pueda atravesar lodos y zarzales, entonces verás que no eres tan pobre conmigo como te lo imaginas.”- El amo del gato no le dió mucha posibilidad a lo que le decía. Sin embargo, a menudo lo había visto haciendo ingeniosos trucos para atrapar ratas y ratones, tal como colgarse por los talones, o escondiéndose dentro de los alimentos y fingiendo estar muerto. Así que tomó algo de esperanza de que él le podría ayudar a paliar su miserable situación. Después de recibir lo solicitado, el gato se puso sus botas galantemente, y amarró el bolso alrededor de su cuello. Se dirigió a un lugar donde abundaban los conejos, puso en el bolso un poco de cereal y de verduras, y tomó los cordones de cierre con sus patas delanteras, y se tiró en el suelo como si estuviera muerto. Entonces esperó que algunos conejitos, de esos que aún no saben de los engaños del mundo, llegaran a mirar dentro del bolso. Apenas recién se había echado cuando obtuvo lo que quería. Un atolondrado e ingenuo conejo saltó a la bolsa, y el astuto gato, jaló inmediatamente los cordones cerrando la bolsa y capturando al conejo. Orgulloso de su presa, fue al palacio del rey, y pidió hablar con su majestad. Él fue llevado arriba, a los apartamentos del rey, y haciendo una pequeña reverencia, le dijo: -”Majestad, le traigo a usted un conejo enviado por mi noble señor, el Marqués de Carabás. (Porque ese era el título con el que el gato se complacía en darle a su amo).”- -”Dile a tu amo”- dijo el rey, -”que se lo agradezco mucho, y que estoy muy complacido con su regalo.”- En otra ocasión fue a un campo de granos. De nuevo cargó de granos su bolso y lo mantuvo abierto hasta que un grupo de perdices ingresaron, jaló las cuerdas y las capturó. Se presentó con ellas al rey, como había hecho antes con el conejo y se las ofreció. El rey, de igual manera recibió las perdices con gran placer y le dió una propina. El gato continuó, de tiempo en tiempo, durante unos tres meses, llevándole presas a su majestad en nombre de su amo. Un día, en que él supo con certeza que el rey recorrería la rivera del río con su hija, la más encantadora princesa del mundo, le dijo a su amo: -”Si sigues mi consejo, tu fortuna está lista. Todo lo que debes hacer es ir al río a bañarte en el lugar que te enseñaré, y déjame el resto a mí.”- El Marqués de Carabás hizo lo que el gato le aconsejó, aunque sin saber por qué. Mientras él se estaba bañando pasó el rey por ahí, y el gato empezó a gritar: -”¡Auxilio!¡Auxilio!¡Mi señor, el Marqués de Carabás se está ahogando!”- Con todo ese ruido el rey asomó su oído fuera de la ventana del coche, y viendo que era el mismo gato que a menudo le traía tan buenas presas, ordenó a sus guardias correr inmediatamente a darle asistencia a su señor el Marqués de Carabás. Mientras los guardias sacaban al Marqués fuera del río, el gato se acercó al coche y le dijo al rey que, mientras su amo se bañaba, algunos rufianes llegaron y le robaron sus vestidos, a pesar de que gritó varias veces tan alto como pudo: -”¡Ladrones!¡Ladrones!”- En realidad, el astuto gato había escondido los vestidos bajo una gran piedra. El rey inmediatamente ordenó a los oficiales de su ropero correr y traer uno de sus mejores vestidos para el Marqués de Carabás. El rey entonces lo recibió muy cortésmente. Y ya que los vestidos del rey le daban una apariencia muy atractiva (además de que era apuesto y bien proporcionado), la hija del rey tomó una secreta inclinación sentimental hacia él. El Marqués de Carabás sólo tuvo que dar dos o tres respetuosas y algo tiernas miradas a ella para que ésta se sintiera fuertemente enamorada de él. El rey le pidió que entrara al coche y los acompañara en su recorrido. El gato, sumamente complacido del éxito que iba alcanzando su proyecto, corrió adelantándose. Reunió a algunos lugareños que estaban preparando un terreno y les dijo: -”Mis buenos amigos, si ustedes no le dicen al rey que los terrenos que ustedes están trabajando pertenecen al Marqués de Carabás, los harán en picadillo de carne.”- Cuando pasó el rey, éste no tardó en preguntar a los trabajadores de quién eran esos terrenos que estaban limpiando. -”Son de mi señor, el Marqués de Carabás.”- contestaron todos a la vez, pues las amenazas del gato los habían amedrentado. -”Puede ver señor”- dijo el Marqués, -”estos son terrenos que nunca fallan en dar una excelente cosecha cada año.”- El hábil gato, siempre corriendo adelante del coche, reunió a algunos segadores y les dijo: -”Mis buenos amigos, si ustedes no le dicen al rey que todos estos granos pertenecen al Marqués de Carabás, los harán en picadillo de carne.”- El rey, que pasó momentos después, les preguntó a quien pertenecían los granos que estaban segando. -”Pertenecen a mi señor, el Marqués de Carabás.”- replicaron los segadores, lo que complació al rey y al marqués. El rey lo felicitó por tan buena cosecha. El fiel gato siguió corriendo adelante y decía lo mismo a todos los que encontraba y reunía. El rey estaba asombrado de las extensas propiedades del señor Marqués de Carabás. Por fin el astuto gato llegó a un majestuoso castillo, cuyo dueño y señor era un ogro, el más rico que se hubiera conocido entonces. Todas las tierras por las que había pasado el rey anteriormente, pertenecían en realidad a este castillo. El gato que con anterioridad se había preparado en saber quien era ese ogro y lo que podía hacer, pidió hablar con él, diciendo que era imposible pasar tan cerca de su castillo y no tener el honor de darle sus respetos. El ogro lo recibió tan cortésmente como podría hacerlo un ogro, y lo invitó a sentarse. -”Yo he oído”- dijo el gato, -”que eres capaz de cambiarte a la forma de cualquier criatura en la que pienses. Que tú puedes, por ejemplo, convertirte en león, elefante, u otro similar.”- -”Es cierto”- contestó el ogro muy contento, -”Y para que te convenzas, me haré un león.”- El gato se aterrorizó tanto por ver al león tan cerca de él, que saltó hasta el techo, lo que lo puso en más dificultad pues las botas no le ayudaban para caminar sobre el tejado. Sin embargo, el ogro volvió a su forma natural, y el gato bajó, diciéndole que ciertamente estuvo muy asustado. -”También he oído”- dijo el gato, -”que también te puedes transformar en los animales más pequeñitos, como una rata o un ratón. Pero eso me cuesta creerlo. Debo admitirte que yo pienso que realmente eso es imposible.”- -”¿Imposible?”- Gritó el ogro, -”¡Ya lo verás!”- Inmediatamente se transformó en un pequeño ratón y comenzó a correr por el piso. En cuanto el gato vio aquello, lo atrapó y se lo tragó. Mientras tanto llegó el rey, y al pasar vio el hermoso castillo y decidió entrar en él. El gato, que oyó el ruido del coche acercándose y pasando el puente, corrió y le dijo al rey: -”Su majestad es bienvenido a este castillo de mi señor el Marqués de Carabás.”- -”¿Qué?¡Mi señor Marqués!” exclamó el rey, -”¿Y este castillo también te pertenece? No he conocido nada más fino que esta corte y todos los edificios y propiedades que lo rodean. Entremos, si no te importa.”- El marqués brindó su mano a la princesa para ayudarle a bajar, y siguieron al rey, quien iba adelante. Ingresaron a una espaciosa sala, donde estaba lista una magnífica fiesta, que el ogro había preparado para sus amistades, que llegaban exactamente ese mismo día, pero no se atrevían a entrar al saber que el rey estaba allí.

¿Por que el gato con botas ordeno a su amo a meterse desnudo al rio?. Para ordenarle pescar. Para fingir un robo. Para refrescarlo.

¿Que le regalo el padre al hijo menor?. Un burro. Un molino. Un gato.

¿Que le dio el padre al hijo mediano?. Un gato. Un molino. Un burro.

¿Que le dio el padre al hijo primogenito?. Un molino. Un burro. Un gato.

¿Que le pidio el gato a su amo?. Un reloj de arena. Un saco y unas botas. Un coche deportivo.

¿En que se convirtio el ogro antes que el gato se lo comiese?. Un gato. Un ratón. Un león.

¿Que supueto titulo le puso el gato a su amo ante el rey?. Marquez de Carabás. Condedracula. Rey de Escocia.

La Caperucita Roja. Erase una vez una niña muy bonita. Su madre le habia hecho una capa roja y la niña la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Un dia , su madre le pidio que llevase unos pasteles a su abuelita que vivia al otro lado del bosque , recomendandole que no se entretuviese en el camino , porque cruzar el bosque era muy peligroso , ya que siempre estaba acechando por alli el lobo. Caperucita Roja recogio la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenia que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita , pero no tenia miedo porque alli siempre se encontraba con muchos amigos: los pajaros, las ardillas... De repente vio al lobo , que era enorme , delante de ella. - ¿A donde vas , niña? - le pregunto el lobo con su voz ronca. - A casa de mi Abuelita - dijo Caperucita. - No esta lejos - penso el lobo para si, dandose media vuelta. Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -penso- , no tengo nada que temer. La abuelita se pondra muy contenta cuando la lleve un hermoso ramo de flores ademas de los pasteles. Mientras , el lobo se fue a casa de la Abuelita , llamo suavemente a la puerta y la abuelita le abrio pensando que era su nieta Caperucita. Un cazador que pasaba por alli habia observado la llegada del lobo. El lobo devoro a la Abuelita y se puso su gorro rosa se metio en la cama y cerro los ojos. No tuvo que esperar mucho , ya queCaperucita Roja llego enseguida , toda muy contenta. La niña se acerco a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada. - Abuelita , abuelita , ¡que ojos mas grandes tienes! - Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela. - Abuelita , abuelita , ¡que orejas mas grandes tienes! - Son para oirte mejor- siguio diciendo el lobo. - Abuelita , abuelita , ¡que dientes mas grandes tienes! - Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzo sobre Caperucita y la devoro al igual que habia hecho con la abuelita. Mientras tanto, el cazador se habia quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidio echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidio ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba. El cazador saco su cuchillo y rajo el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban alli, ¡vivas!. Para castigar al malvado lobo , el cazador le lleno el vientre de piedras y luego lo volvio a cerrar. Cuando el lobo desperto de su pesado sueño, sintio muchisima sed y se dirigio a un estanque proximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayo en el estanque de cabeza y se ahogo. En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron mas que un gran susto, pero Caperucita Roja habia aprendido la leccion. Prometio a su Abuelita no hablar con ningun desconocido que se encontrara en su camino. De ahora en adelante , seguiria los consejos de su Abuelita y de su Mama.

¿Qué no había en el cesto que preparó la madre de Caperucita Roja?. Carne picada. Pasteles de manzana. Mermelada (No estaba en este cuento pero si en otras versiones).

¿A quién iba a visitar la Caperucita Roja?. Su abuela. Su hermana. Su tía.

¿De qué color era la capa de la protagonista?. Verde. Amarilla. Roja.

¿Con quién se encontró Caperucita Roja en el bosque?. Su primo. Un lobo. Justin Bieber.

¿Por qué tienes las orejas tan grandes?. ¡Para Comerte Mejor!. ¡Para verte mejor!. ¡Para oirte mejor!.

¿Quién acudió a ayudar a los gritos de socorro de la Caperucita Roja?. Un leñador. Un cazador. Un granjero.

El lobó saltó encima de Caperucita Roja cuando ésta le preguntó por sus... Ojos. Dientes. Orejas.

La moneda de plata. La moneda de plata es un cuento sobre una pareja joven que de regreso a su casa por la noche se encuentran obligados a buscar refugio. Se topan con una casa de campo que tiene una lámpara en la ventana, donde una amable pareja de ancianos les ofrece alimento y un lugar donde dormir. La pareja se marcha al amanecer sin despertar a sus anfitriones, pero dejan una moneda de plata sobre la mesa de la cocina para pagarles. Cuando se detienen para almorzar en la carretera, le cuentan al mesonero sobre la agradable pareja de ancianos que les había dado refugio. "Qué raro" --dice el mesonero-- "parecen los Brown, pero murieron en un incendio años atrás". La pareja insiste en que está equivocado y lo llevan a la casa. Al llegar, encuentran una construcción en ruinas y carbonizada, llena de malezas y cubierta de cenizas. Pero en los restos de cosas retorcidas que se encontraban sobre la mesa de la cocina, todavía pueden ver su moneda de plata.

¿Que les paso a la pareja de ancianos?. Murieron escalando un montaña. Murieron incendiados. Nada siguen hay en su casa.

¿Con quien se encuentran en el camino?. Una pareja de ancianos. Un granjero. Un misionero.

¿Como se llamaban los ancianos?. Brown. Mendez. Peña.

¿Con que pagaron a los ancianos?. Una moneda de chocolate. Una moneda de plata. Una moneda de Oro.

¿En que lugar dejaron la moneda?. En el sillon. Se la dieron a los ancianos. En la mesa.

¿La pareja que se alojó en la casa de la pareja de ancianos, era/n:?. Joven. Anciana. Niños.

¿Cuando volvieron con el misionero a la casa de los ancianos solo pudieron ver vivo a el/la:?. Sillon. La moneda de plata. Los ancianos.

Ratón de ciudad y ratón de campo. El ratón flaco vivía en una madriguera profunda, en el borde de un campo, cerca de un gran bosque. En verano podía comer todos los días hasta hartarse, porque en esa estación crecen plantas por todas partes. Pero cuando venía el invierno, le costaba mucho conseguir su comida diaria: las raíces estaban cubiertas por la nieve y ya no había papas. Las zanahorias y los rabanitos, si todavía quedaban algunos, eran difíciles de encontrar. El pobre ratoncito se volvía muy delgado, tan delgado que daba pena. El ratón gordo, en cambio, vivía muy bien. Tenía su madriguera en un rincón del armario de la cocina, en una casa de la ciudad. El ratón grande salía todos los días de su agujero y revolvía todo. Se metía en los cajones, dentro del horno, subía a los armarios y... siempre, siempre encontraba alguna cosa para comer. Hoy un trozo de queso, mañana un terrón de azúcar, un poco de manteca o alguna corteza de pan. Y así el ratón gordo estaba siempre rechoncho y reluciente. Pero como el lugar de los ratones no es precisamente el armario de la cocina, cuando la dueña de casa lo veía, lo perseguía a escobazos por todas partes o, peor aún, el mismísimo gato era quien lo quería atrapar para comérselo. El ratón tenía que andar con mucho cuidado y vigilar continuamente, muerto de miedo, por si alguien lo veía o lo oía. Un día, el ratón gordo salió de su casa, y se fue a pasear por las afueras de la ciudad. ¡Nunca había ido tan lejos! Empezaba a tener miedo y pensaba que se había perdido, cuando se encontró ante la casa del ratoncito del campo. —Buenos días, ratón —dijo al verlo—. Te veo muy delgado y menudito. ¿Es posible que encuentres comida por estos campos? ¿Por qué no vienes a mi casa? Ya verás qué bien se está allí y qué comilona tendremos. —¿Estás seguro? — desconfió el ratoncito del campo. —¡Huy, ya lo creo! Hoy en casa comían pollo, y seguro que encontraremos montones de huesitos. —¿De veras? ¡Entonces vamos en seguida! — dijo el ratón flaco. Los dos ratones, tomados de la mano, corrieron hacia la ciudad, llegaron a la casa, se metieron en la cocina y ¡pum! de un salto subieron a la mesa. —¡Qué cantidad de cosas ricas! —dijo el ratón pequeño. Nunca, nunca había visto tantas golosinas juntas. Los ratones corrieron de aquí para allí, por encima del mantel, metiendo el hocico en tazas y platos. ¡Crec, crec, crec! Aquí royeron un hueso. ¡Crec, crec, crec! Allá se comieron el queso. ¡Crec, crec, crec! Se metieron en el azucarero. Sólo se veían las colitas, moviéndose de un lado a otro. De pronto, allí, muy cerca, se oyó un ruido: Trip, trap, trip, trap. —¿Qué es eso? —preguntó el ratón pequeño en voz baja. —Debe ser la señora que viene con la escoba—contestó el ratón gordo, asustado. Trip, trap... Los dos ratones se pararon en seco; uno tenía un poco de queso entre los dientes y el otro los bigotes llenos de azúcar. No se atrevían ni a respirar. ¡Patrip, patrap, patrip, patrap! Ahora el ruido se oyó más fuerte. —¡Huyamos, salvémonos! —dijo el ratón gordo—. ¡Corre, rápido a la madriguera! Y los dos ratones, ¡pum!, saltaron al suelo y, veloces como el viento, se metieron en la madriguera. Muy asustados, temblando de pies a cabeza, se abrazaron... Pasó un rato. Ya no se oía nada. El ratón gordo salió del armario. Miró a todas partes. ¡Nada, no había nadie! —Corre, ratoncito —dijo—. Ya podemos volver. Pero el ratoncito delgado contestó: —No, no quiero. Prefiero volver a mis campos. Allí nadie me estorba cuando como. No hay amas de casa, ni gatos que me quieran cazar. ¿Por qué no vienes a vivir conmigo, ratón gordo? Y el ratón flaco volvió a su madriguera, que se abría al borde de un campo y cerca de un gran bosque... y nunca, nunca más volvió a una cocina de ciudad.

"Y así el ratón gordo estaba siempre:". Delgado y desnutrido. Hambriento y friolento. Rechoncho y reluciente.

"Hoy un trozo de queso, mañana un terrón de azúcar, un poco de manteca o:". Un pedazo de hielo. Alguna corteza de pan. Migajas.

"¿Por qué no vienes a mi casa? Ya verás qué bien se está allí y qué:". Comilona tendremos. Hambre tendremos. Frío tendremos.

¿Donde nunca volvio en ratón delgado?. A su casa. A una cocina de la ciudad. Al baño.

¿A quienes no queria volver a ver en su vida el ratón flaco?. Ni asi mismo al espejo, ni al ratón gordo. Ni a una ama de casa, ni a un gato. Ni a las hierbas, ni al queso.

"¡Qué cantidad de cosas_______________ dijo el ratón gordo". Asquerosas. Ricas. Feas.

"El ratón flaco vivía en una: ___________" y "El ratón gordo, en cambio, vivía____________". Cocina - Delgado. Choza - muy mal. Madriguera profunda - Muy bien.

El muñeco de nieve. Les dejo este ultimo cuento como regalo, no habran mas preguntas: Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada. La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entrego a la tarea de moldearla. Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo. Le salio un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba... Pero pronto los días empezaron a ser mas largos y los rayos de sol mas calidos... El muñeco se fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un botón rojo. La niña lloro con desconsuelo. Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lagrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazón en cosas perecederas.

Espero que les halla gustado el test, me demore bastante en este test, bye gracias por responderlo. <3. .

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