Magisterio
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Título del Test:
![]() Magisterio Descripción: Insuficiencia arterial y venosa |



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En la valoración inicial del paciente con insuficiencia arterial, es correcto priorizar en la entrevista: Identificar factores de riesgo CV y revisar la historia farmacológica completa del paciente. Registrar solo el dolor actual y posponer antecedentes para la siguiente visita programada. Preguntar únicamente por cirugías previas, sin explorar hábitos ni medicación habitual. Centrarse solo en úlceras visibles y omitir historia clínica si la piel parece conservada. Valorar dependencia para AVD sin relacionarlo con riesgos vasculares ni tratamientos previos. En el patrón nutricional-metabólico en EAP, la enfermera debe valorar especialmente: Hábitos dietéticos, destacando grasas en obesos y azúcares en diabéticos, por riesgo vascular. Preferencias culinarias únicamente, sin explorar macronutrientes ni control glucémico habitual. Consumo exclusivo de proteínas, ya que es el factor más determinante en la claudicación. Horarios de comidas solamente, porque el timing explica la isquemia distal con mayor frecuencia. Suplementos vitamínicos como primer indicador, por encima de grasas y azúcares en el control. La observación sistemática de la piel en un paciente con insuficiencia arterial permite: Valorar efectos de la isquemia cutánea y detectar cambios tróficos que indiquen mal aporte. Confirmar infección local como causa principal del dolor, sin necesidad de explorar perfusión. Identificar exclusivamente dermatitis alérgica, sin relación con flujo arterial periférico alterado. Determinar el diagnóstico definitivo sin comparar extremidades ni considerar pulso y temperatura. Sustituir pruebas de llenado capilar porque la inspección visual es suficiente y más objetiva. En el patrón actividad-ejercicio, es esperable encontrar en la EAP avanzada: Trastornos motores y dependencia para AVD, con limitación funcional relacionada con la isquemia. Disnea como síntoma predominante y escasa repercusión en movilidad y autocuidados cotidianos. Rechazo voluntario a caminar por ansiedad, sin correlación con dolor o limitación vascular real. Hiperactividad mantenida por mejoría espontánea, con independencia total para las AVD básicas. Únicamente cansancio general, sin alteración motora ni impacto en la marcha o autonomía diaria. El patrón sueño-descanso se altera en fases avanzadas de EAP principalmente por: Dolor en reposo que obliga a dormir en sillón o con cambios posturales para aliviar síntomas. Insomnio primario sin causa orgánica, independiente del dolor y de la perfusión periférica. Apnea del sueño como causa principal, sin relación con isquemia ni con postura nocturna. Somnolencia excesiva por medicación, siendo el síntoma guía y no el dolor en reposo. Alteración circadiana propia de la edad, sin influencia del dolor ni del estado vascular distal. En la valoración enfermera del dolor arterial, es correcto afirmar que: Se caracteriza como dolor distal a la lesión y orienta localización, factores de alivio y patrón. Se localiza siempre proximal a la estenosis, por lo que no ayuda a estimar el nivel afectado. No guarda relación con ejercicio o reposo, por lo que se considera inespecífico en la EAP. Se acompaña de edema con fóvea como signo principal, y el pulso suele mantenerse conservado. Cede al elevar la extremidad y empeora con declive, lo que sugiere mejoría de perfusión. En varones con EAP, la enfermera debe explorar la esfera sexual porque: La estenosis de la ilíaca interna puede asociarse a impotencia por disminución del flujo. La disfunción eréctil es inevitable en toda EAP, independientemente del nivel arterial afectado. El problema se explica por ansiedad y no requiere valoración, al no tener relación vascular. La impotencia solo aparece en insuficiencia venosa crónica y no se asocia a patología arterial. Es un efecto farmacológico universal y no aporta información clínica sobre la localización. En la exploración física arterial, la colocación correcta para evitar sesgos es: Decúbito supino con EEII horizontales y ambiente térmico estable para valorar calor cutáneo. Sedestación con piernas colgando para aumentar edema y facilitar la valoración del flujo arterial. Bipedestación prolongada para inducir vasoconstricción y mejorar la sensibilidad diagnóstica. Decúbito prono con rodillas flexionadas, porque así se palpan mejor los pulsos distales. Fowler alto para favorecer retorno venoso, ya que la perfusión arterial se valora por edema. En la inspección, comprobar ambas extremidades tiene como objetivo principal: Comparar simetría, color, vello y lesiones para identificar diferencias sugestivas de isquemia. Evitar la palpación de pulsos porque la inspección ofrece datos suficientes y más específicos. Confirmar diagnóstico sin pruebas, ya que la bilateralidad descarta alteración vascular arterial. Valorar solamente la estética de la piel, sin relación con el estado de perfusión periférica. Determinar la medicación indicada, ya que la inspección sustituye la historia farmacológica. Un hallazgo de inspección sugestivo de compromiso arterial es: Cambio de color al elevar 45–60º y palidez relativa, compatible con disminución de perfusión. Hiperpigmentación ocre en maléolos con edema crónico, típico de hipertensión venosa mantenida. Varículas superficiales con prurito vespertino, característico de insuficiencia venosa sin isquemia. Edema bilateral con fóvea y piel caliente, compatible con retención hídrica por causa sistémica. Eritema difuso con calor y dolor local, sugestivo de celulitis más que de insuficiencia arterial. La valoración de la temperatura cutánea por palpación aporta a enfermería: Datos sobre perfusión distal, detectando frialdad como signo de menor aporte sanguíneo periférico. Confirmación de infección bacteriana, ya que la temperatura cutánea define siempre etiología séptica. Medición exacta de presión arterial, sustituyendo el uso de manguito y técnicas complementarias. Evidencia directa de reflujo venoso, porque la piel caliente indica insuficiencia valvular profunda. Diagnóstico neurológico central, dado que la temperatura se correlaciona con lesión medular aguda. Respecto a la valoración de pulsos arteriales, es correcto que enfermería: Debe valorar presencia/ausencia y características, comparando ambos lados para detectar asimetrías. Solo los registra si hay dolor intenso, porque en ausencia de dolor el pulso siempre es normal. Los sustituye por el relleno capilar, ya que el pulso periférico no cambia en la insuficiencia. Debe palpar un único punto distal, evitando comparaciones para no inducir variabilidad clínica. No debe registrar hallazgos para evitar alarmar al paciente, quedando la valoración al médico. La auscultación en exploración arterial se realiza para: Buscar soplos como indicio de flujo turbulento asociado a estenosis o lesiones vasculares. Confirmar reflujo venoso superficial, ya que el soplo es característico de insuficiencia venosa. Medir saturación de oxígeno cutáneo, sustituyendo pulsioximetría y evaluación periférica. Determinar el grado de edema, ya que los soplos correlacionan con la retención de líquidos. Diagnosticar dolor radicular, porque los soplos se asocian a compresión nerviosa lumbar. Entre las técnicas exploratorias del sistema arterial, una actuación enfermera típica es: Valorar llenado capilar y venoso con técnica adecuada, registrando tiempos y cambios visibles. Realizar angiografía como procedimiento estándar inicial, por ser no invasivo y de bajo riesgo. Administrar contraste yodado para arteriografía selectiva sin monitorización por ser segura. Confirmar oclusión por imagen inmediata, evitando exploración física y entrevista clínica previa. Sustituir pruebas funcionales por control tensional, porque la TA define la perfusión distal. En isquemia arterial aguda, la vigilancia enfermera debe enfocarse especialmente en: Detección precoz de complicaciones y observación estrecha según evolución clínica del miembro. Valorar solo el confort del paciente, porque el riesgo de complicaciones se considera bajo. Evitar cualquier control del miembro, ya que manipularlo aumenta la propagación del trombo. Registrar constantes una vez al día, dado que la perfusión periférica no cambia rápidamente. Priorizar únicamente la dieta, porque la isquemia aguda se corrige con medidas nutricionales. En “alteración de la perfusión hística periférica”, un dato definitorio coherente es: Piel fría con llenado capilar alterado y cambios tisulares, compatible con hipoperfusión distal. Edema con fóvea bilateral y prurito, típico de hipertensión venosa y no de insuficiencia arterial. Piel caliente y eritematosa con pulsos amplios, característica de inflamación local y no isquemia. Hiperpigmentación ocre y varículas, hallazgo más relacionado con insuficiencia venosa crónica. Sensación de peso y calambres nocturnos, más orientador a varices sintomáticas que a EAP. Al identificar factores personales/ambientales asociados, la enfermera debe considerar: Sedentarismo, obesidad y tabaco como moduladores del riesgo y dianas prioritarias de educación. Fotofobia y fiebre intermitente como factores principales que explican la perfusión periférica. Dolor osteoarticular previo como causa primaria de formación de trombos y oclusión arterial. Ingesta de lácteos como factor dominante, por encima de hábitos de vida y comorbilidades. Cambios estacionales como única explicación, sin influencia de hábitos o factores heredados. Una intervención enfermera dirigida a evitar vasoconstricción es: Evitar exposición al frío y abrigar la extremidad sin aplicar calor directo sobre la piel. Colocar una fuente de calor directa para dilatar arterias, ya que no produce lesión tisular. Indicar compresión elástica intensa permanente para mejorar aporte arterial en zonas distales. Recomendar cruzar las piernas en reposo para estabilizar postura y reducir dolor isquémico. Elevar la extremidad por encima del corazón de forma prolongada para aumentar perfusión. Para incrementar aporte sanguíneo en la extremidad afectada, se recomienda: Colocar el miembro por debajo del plano del corazón y pautar ejercicios activos y pasivos. Mantener elevación constante del miembro para disminuir edema y así aumentar flujo arterial. Inmovilizar estrictamente para reducir consumo de oxígeno tisular y prevenir claudicación. Aplicar frío local mantenido para disminuir metabolismo, sin necesidad de cambios posturales. Usar calor directo continuo sobre la extremidad para maximizar vasodilatación y perfusión. En educación sanitaria al alta, un objetivo enfermero clave es que el paciente: Reconozca cuándo debe contactar con el médico ante cambios, dolor o lesiones cutáneas. Aprenda a suspender la medicación si mejora el dolor, para evitar dependencia terapéutica. Evite inspeccionar la piel para no aumentar preocupación, centrando el control en la marcha. Realice únicamente reposo como medida principal, evitando ejercicio por riesgo de complicación. Identifique solo el diagnóstico, sin trabajar factores modificables ni medidas preventivas diarias. Un resultado esperado del plan de cuidados en EAP es que el paciente: Explique su enfermedad, factores influyentes y posibles complicaciones, mostrando autocuidado. Elimine por completo el proceso crónico sin necesidad de seguimiento ni cambios de estilo de vida. Mantenga el dolor constante pero “normalizado”, ya que la disminución del dolor no es objetivo. Reduzca la vigilancia de piel y pies, porque la observación frecuente aumenta ansiedad y evita. Evite modificar hábitos (tabaco o dieta), dado que el tratamiento farmacológico es suficiente. En cuidados postoperatorios vasculares, la enfermera debe monitorizar con frecuencia: Color y temperatura distal del miembro intervenido para detectar compromiso circulatorio temprano. Solo la frecuencia cardiaca, porque los cambios periféricos no aportan información relevante. Únicamente la herida quirúrgica, ya que la perfusión distal se mantiene estable tras la cirugía. Solo la diuresis horaria, porque refleja de forma directa el estado de perfusión en la extremidad. Exclusivamente el nivel de dolor, dado que el dolor sustituye a la valoración del pulso periférico. La ausencia de pulsos periféricos tras intervención arterial sugiere principalmente: Trombosis y requiere valoración inmediata, comparando hallazgos con exploraciones previas. Hallazgo normal por inflamación, sin necesidad de seguimiento ni registro en hoja de enfermería. Reacción alérgica local, siendo el pulso un signo poco fiable en el postoperatorio inmediato. Hiperventilación por ansiedad, que provoca ausencia de pulso como manifestación transitoria. Error sin relevancia clínica, porque el pulso reaparece siempre tras las primeras 24 horas. Una intervención para facilitar la circulación y prevenir complicaciones postoperatorias es: Cambios posturales y movilización cuando se autorice, evitando cruzar piernas en reposo. Flexión mantenida de la extremidad para disminuir tensión sobre suturas y favorecer perfusión. Reposo absoluto prolongado para prevenir sangrado, evitando cualquier movimiento por seguridad. Aplicar calor directo continuo sobre el trayecto intervenido para asegurar vasodilatación estable. Colocar compresión fuerte inmediata en toda la extremidad para aumentar aporte arterial distal. Evitar la flexión excesiva del miembro intervenido busca principalmente: Disminuir el riesgo de compromiso vascular y preservar flujo adecuado en el postoperatorio. Reducir el riesgo de infección local, ya que la flexión favorece contaminación de la herida. Evitar la aparición de úlceras venosas, porque la flexión aumenta hipertensión venosa distal. Prevenir dolor radicular lumbar, dado que la flexión de la pierna irrita raíces nerviosas. Mejorar el sueño del paciente, ya que la flexión aumenta confort y reduce el dolor en reposo. La acrocianosis se caracteriza por ser una cianosis: Simétrica, indolora y persistente, asociada a vasoespasmo por frío sin oclusión arterial. Asimétrica, dolorosa y con necrosis, típica de isquemia aguda y ausencia completa de pulsos. Exclusiva de varones y siempre ligada a enfermedad arterial oclusiva periférica avanzada. Intermitente, con claudicación y pérdida de vello, asociada a estenosis femoropoplítea. Progresiva, con edema maleolar y pigmentación ocre, típica de insuficiencia venosa crónica. La prueba de Allen es relevante en cuidados porque permite: Valorar permeabilidad radial y cubital, útil antes de procedimientos o punciones en miembro. Determinar reflujo venoso profundo, útil para indicar medias compresivas de alta presión. Cuantificar edema con fóvea, sustituyendo inspección y valoración del perímetro del tobillo. Confirmar diagnóstico de EAP sin necesidad de explorar piel, pulso, temperatura o dolor. Medir la presión arterial de forma exacta, evitando el uso de manguito y auscultación. La pletismografía, como procedimiento no invasivo, se utiliza para: Medir cambios de volumen en extremidades y aportar información funcional sobre circulación. Visualizar arterias con contraste, siendo equivalente a una angiografía diagnóstica estándar. Identificar soplos a la auscultación, sustituyendo el fonendoscopio en la exploración vascular. Detectar alteraciones neurológicas centrales, ya que los volúmenes reflejan función cortical. Confirmar infección de tejidos blandos, porque el volumen aumenta siempre en celulitis. En la planificación de cuidados, una actuación enfermera correcta es: Individualizar intervenciones tras valorar piel, pulsos, dolor, conocimientos y factores de riesgo. Aplicar el mismo plan a todos, evitando ajustes para no introducir sesgos en la asistencia. Centrarse solo en técnicas, sin educación sanitaria ni prevención de lesiones cutáneas. Evitar participación familiar, porque el proceso crónico no afecta al entorno del paciente. Registrar solo datos anormales, omitiendo hallazgos normales por ser irrelevantes clínicamente. La continuidad asistencial en EAP desde enfermería se orienta a: Educación, prevención de complicaciones cutáneas y seguimiento de cambios en perfusión y dolor. Intervención únicamente en fase aguda, evitando recomendaciones para autocuidado domiciliario. Centrar el control en medicación exclusivamente, porque el resto de medidas no modifican riesgo. Suspender la vigilancia si desaparece la claudicación, ya que eso descarta evolución del proceso. Delegar la responsabilidad solo en el paciente, sin refuerzo educativo ni verificación de comprensión. En la valoración del patrón percepción-mantenimiento de la salud en IVC, es característico encontrar: Dolor progresivo en piernas que mejora con reposo en alto y disminución del edema asociado. Dolor brusco y súbito independiente de la postura y sin relación con la actividad diaria. Ausencia de síntomas hasta fases muy avanzadas, sin necesidad de reposo ni cambios posturales. Dolor que empeora al elevar las piernas y mejora claramente con la bipedestación prolongada. Dolor nocturno en reposo que obliga a dormir sentado para aliviar la isquemia distal. En el patrón nutricional-metabólico del paciente con insuficiencia venosa crónica, es frecuente: Sensación de obesidad y cansancio que influye en la tolerancia a la actividad diaria. Pérdida de peso marcada secundaria a hipermetabolismo vascular periférico. Desnutrición severa como manifestación principal del retorno venoso ineficaz. Aumento exclusivo de masa muscular por sobreuso de la bomba gemelar. Alteraciones metabólicas sin repercusión funcional ni sensación de fatiga. En el patrón de eliminación, la enfermera puede detectar en IVC: Retención de líquidos con estreñimiento ocasional asociado al sedentarismo. Eliminación aumentada por hiperfunción renal secundaria a edema periférico. Diarrea persistente como signo principal de congestión venosa sistémica. Alteraciones urinarias agudas sin relación con el retorno venoso. Eliminación normal sin influencia del estado circulatorio periférico. En el patrón actividad-ejercicio del paciente con varices, es habitual que: El dolor disminuya con ejercicio suave y regular adaptado a la tolerancia. El ejercicio empeore siempre los síntomas, incluso si es de baja intensidad. La actividad física esté totalmente contraindicada en cualquier grado de IVC. La deambulación provoque claudicación típica de origen arterial distal. El reposo absoluto sea la única medida eficaz para aliviar la pesadez. La exploración física del paciente con insuficiencia venosa debe realizarse preferentemente: En bipedestación con piernas en rotación externa para valorar el sistema afectado. En decúbito supino con piernas elevadas para colapsar el sistema venoso superficial. En sedestación con piernas cruzadas para facilitar la inspección estética. En decúbito prono para valorar pulsos distales y temperatura cutánea. En Fowler alto para favorecer retorno venoso durante la inspección. Durante la inspección de EEII en IVC, la enfermera debe valorar especialmente: Tamaño, tipo, localización de varices, edema y lesiones cutáneas asociadas. Únicamente la presencia de dolor referido sin observar cambios visibles. Solo la temperatura cutánea como dato aislado de retorno venoso. Exclusivamente la tensión arterial y la frecuencia cardiaca basal. La movilidad articular sin relación con alteraciones cutáneas. En la palpación de las extremidades, un hallazgo compatible con IVC es: Varices poco visibles pero palpables con cambios en la textura cutánea. Ausencia total de pulsos arteriales con piel fría y pálida. Dolor intenso a la palpación profunda por isquemia arterial distal. Piel seca y descamada sin edema ni alteraciones de temperatura. Hipersensibilidad dolorosa localizada en trayectos nerviosos. Desde el punto de vista neurológico, en IVC puede aparecer: Pérdida de sensibilidad y heridas en tobillos sin percepción consciente. Hemiparesia aguda secundaria a congestión venosa periférica. Convulsiones focales por alteración del retorno venoso. Alteración del lenguaje por hipoxia tisular distal. Trastornos de conciencia relacionados con edema en EEII. En los hallazgos dermatológicos de la IVC es característico encontrar: Piel caliente, tersa, edematosa y con ligeros picores. Piel fría, brillante y sin vello por isquemia arterial. Necrosis distal con dolor intenso en reposo nocturno. Cianosis simétrica persistente por vasoespasmo inducido por frío. Eritema agudo con calor y signos infecciosos sistémicos. En la evolución de la insuficiencia venosa, pueden aparecer: Pesadez, calambres, picor, dolor localizado y edema progresivo. Claudicación intermitente típica con ejercicio moderado. Frialdad distal marcada con ausencia de pulsos. Dolor radicular continuo sin relación postural. Dolor isquémico que mejora con elevación del miembro. La aparición de úlceras flebostáticas indica: Alteración tisular por hipertensión venosa mantenida. Oclusión arterial aguda con riesgo inmediato de miembro. Lesión exclusivamente neuropática sin causa vascular. Traumatismo accidental sin relación circulatoria. Proceso infeccioso primario de origen cutáneo. Entre las técnicas diagnósticas venosas citadas en el material se incluyen: Doppler, Eco-Doppler, pletismografía y flebografía. Angiografía arterial selectiva como prueba inicial. Electrocardiograma y ergometría funcional. Resonancia magnética cerebral y TAC craneal. Gasometría arterial como prueba principal. Respecto a la evolución de las varices, es correcto afirmar que: Una vez producidas no son reversibles, solo se controla su progresión. Pueden revertir completamente con medidas posturales aisladas. Desaparecen espontáneamente si se reduce el edema. Se resuelven siempre con tratamiento farmacológico exclusivo. Solo tienen importancia estética y no generan complicaciones. El tratamiento quirúrgico de las varices se indica principalmente cuando: Supone un inconveniente o aparecen complicaciones para el paciente. Existe cualquier grado de dilatación venosa superficial. El paciente lo solicita aunque sea asintomático leve. No hay respuesta inmediata a medidas higiénico-dietéticas. Aparece edema aislado sin otros síntomas asociados. Una medida de profilaxis de la estasis venosa indicada por enfermería es: Uso de medias compresivas, hidratación adecuada y deambulación regular. Reposo absoluto prolongado para disminuir presión venosa. Restricción hídrica estricta para evitar edema. Elevación permanente sin movilización diaria. Aplicación de calor directo continuo en EEII. La safenectomía se define correctamente como: Extirpación total o parcial de la vena safena afectada. Incisión arterial para extracción de trombo urgente. Técnica no invasiva para medir volumen sanguíneo. Inyección esclerosante en varículas superficiales. Ligadura de arterias profundas para reducir flujo. La varicectomía consiste en: Cirugía destinada a extirpar venas varicosas de las piernas. Ligadura arterial selectiva en territorio femoral. Eliminación de placa ateromatosa del endotelio. Técnica diagnóstica para visualizar el sistema venoso. Procedimiento conservador sin intervención quirúrgica. La flebografía es una prueba diagnóstica que se caracteriza por ser: Invasiva y utilizar contraste para visualizar venas en radiografía. No invasiva y basada únicamente en inspección clínica. Exclusiva del sistema arterial periférico. Funcional sin necesidad de imagen radiológica. De cribado domiciliario sin riesgos asociados. El eco-Doppler permite a enfermería conocer: Cantidad, velocidad y características del flujo venoso. Únicamente la anatomía sin información funcional. El nivel de dolor subjetivo del paciente. La presión arterial central exacta. El estado neurológico periférico directo. El diagnóstico “deterioro de la integridad cutánea r/c cirugía” tiene como objetivo: Mantener la piel en las mejores condiciones tras la intervención. Eliminar la insuficiencia venosa subyacente. Evitar cualquier manipulación de la zona operada. Reducir la movilidad hasta cicatrización completa. Sustituir cuidados locales por tratamiento farmacológico. Una actividad incluida en este diagnóstico es: Cuidados de vendajes, control hídrico y cambios posturales. Aplicación de calor directo continuo sobre la herida. Suspensión total de la higiene diaria. Inmovilización estricta de EEII durante semanas. Evitar inspección de la piel para no irritarla. En el diagnóstico “dolor crónico r/c deficiencias vasculares”, una intervención adecuada es: Analgesia pautada y fomento de la deambulación progresiva. Reposo absoluto como única medida de control del dolor. Evitar cualquier ejercicio para no aumentar síntomas. Sustituir analgesia por sedación prolongada. Priorizar únicamente tratamiento quirúrgico inmediato. En “deterioro de la integridad hística r/c úlceras varicosas”, la enfermera debe: Realizar cuidados de heridas y prevenir infecciones. Evitar curas locales para no dañar el tejido. Aplicar calor directo para aumentar perfusión. Suspender control de líquidos y nutrición. Limitar la vigilancia cutánea para evitar manipulación. El diagnóstico “intolerancia a la actividad r/c dolor” tiene como objetivo: Disminuir el dolor para permitir actividades normales. Evitar toda actividad hasta desaparición completa. Aumentar la actividad pese al dolor para adaptación. Sustituir ejercicio por reposo absoluto continuo. Eliminar apoyo emocional para fomentar autonomía. En “deterioro de la movilidad física r/c disminución de sensibilidad”, es adecuado: Ayudar en autocuidados, vigilar piel y prevenir caídas. Evitar enseñanza para no sobrecargar al paciente. Suspender cuidados de pies para evitar manipulación. Limitar la movilización incluso si es segura. Reducir la vigilancia neurológica por baja relevancia. En “deterioro de la integridad hística periférica r/c flujo venoso”, se recomienda: Vigilancia de piel, control de líquidos y cambios posturales. Calor directo mantenido como medida principal. Evitar movilización para reducir presión venosa. Restricción hídrica sistemática en todos los casos. Suspender controles circulatorios periódicos. El síndrome postflebítico se define como: Secuela tras tromboflebitis con lesión valvular e hipertensión venosa. Episodio agudo de embolia arterial con necrosis distal. Vasoespasmo benigno inducido por frío en extremidades. Infección cutánea recurrente sin causa vascular. Alteración neurológica secundaria a edema periférico. La flebitis es: Inflamación venosa acompañada de formación de coágulos. Inflamación arterial con placa ateromatosa calcificada. Proceso neurológico sin afectación vascular. Alteración linfática exclusiva de EEII. Infección cutánea superficial sin compromiso venoso. Según el material, respecto al tratamiento de las varices, es correcto afirmar que: No son reversibles una vez instauradas y el abordaje busca retrasar su evolución, indicándose cirugía si hay molestias o complicaciones. Son procesos reversibles con tratamiento conservador exclusivo, evitando siempre la cirugía por riesgo elevado. Deben tratarse quirúrgicamente en todos los casos, independientemente de síntomas o repercusión funcional. Tienen únicamente importancia estética, sin repercusión clínica ni riesgo de complicaciones asociadas. Se resuelven espontáneamente con reposo y medidas posturales, sin necesidad de seguimiento específico. Según el material, ¿cuál de los siguientes se considera un medio diagnóstico utilizado en la valoración de la insuficiencia venosa?. La pletismografía, el Doppler y el Eco-Doppler se emplean para valorar el flujo venoso y sus alteraciones. La angiografía arterial es la prueba de elección para el estudio habitual del sistema venoso superficial. La tomografía axial computarizada sustituye a las técnicas funcionales venosas descritas. La arteriografía selectiva es el método más utilizado en la valoración de varices. El electrocardiograma permite identificar alteraciones del retorno venoso periférico. |





